lunes, 16 de diciembre de 2013
lunes, 9 de diciembre de 2013
Sin Palabras
Hoy en la mañana viví una inmensa cola de
cubanos de a pie, en el Banco Popular de Ahorro de la ciudad de Sancti
Spíritus.
Eran las 11:30 de la mañana y sin ninguna
explicación, las puertas del local no habían abierto. La cola crecía y la
multitud exasperada carecía de herramientas suficientes como para alzar una
protesta formal ante tal abuso. Recordé que es lunes (los lunes en mi ciudad,
por un misterio indescifrable, son disfuncionales), entonces me limité a sumar
otro percance a los tantos que se suceden este día.
A las 12:30 de la tarde ya la fila inmensa
de ciudadanos llegaba hasta ese paseo que parece perderse entre las lomas del
Escambray. El sol agobia y la desesperación por realizar una gestión
laboral o cobrar un simple cheque, mínimo y risueño, llega al clímax, cuando
ocurre lo inesperado: camina hasta la puerta del banco uno de los
tantos estudiantes Paquistaníes que hoy llenan nuestros parques y escuelas.
Mira con sorna a la multitud desesperada, extrae de su bolso la tarjeta
magnética VISA y con altanería la introduce en el cajero automático que posa
para la eternidad en las puertas del Banco; seguidamente accede, bajo la
mirada atónita de una veintena de viejecillas y hombres cansados, a su cuenta
bancaria, embolsándose tranquilamente un enorme fajo de billetes en CUC.
lunes, 25 de noviembre de 2013
Resucitan dos hermanos en Sancti Spíritus
Los hermanos Roberto y Sinecio Franco |
Los hermanos Sinecio y Roberto Franco,
ciudadanos espirituanos, han resucitado después de casi una semana de haber
sido declarados fallecidos. Eran muy populares en la barriada de Colón de la
ciudad de Sancti Spíritus.
El día primero de noviembre del año en
curso, sin causasadvertidas por los médicos, expiraron repentinamente, causando
desolación entre familiares y amigos.
Luego de los rituales acostumbrados en
nuestra cultura, como el velatorio y despedida de duelo a las puertas del Cementerio Municipal, ambos cuerpos fueron sepultados debidamente.
El insólito caso ocurrió cuando el día seis
de noviembre, en las primeras horas del día, cuenta el sepulturero Pedro
Gutiérrez, después de un extraño ruido en la bóveda de la familia Franco, vio
cómo la loza principal se movía hasta
caer estrepitosamente al camino real. Observó después el resurgimiento de los
hermanos, trayendo gran confusión entre los trabajadores del centro.
Cuenta Pedro que corrió como todos sus compañeros;pero
confiesa que lo peor vino después, cuando los hermanos se aparecieron en el
barrio de Colón. La policía local, ha intervenido en el cementerio para pedir
explicación a tal suceso.
Pedro Gutierrez, el sepulturero. |
A tan extraño acontecimiento no ha podido
sustraerse nadie en la ciudad; cientos de personas se congregan día y noche
frente a la casa de la familia Franco.
Los hermanos, escondidos del barullo, no
quieren dar entrevistas a la prensa local; solamente se sabe, después de la
investigación de rigor por parte de médicos y los órganos de la Seguridad, que
están tranquilos y no soportan ni el ruido ni la demasiada claridad.
Ya se han filtrado algunas anécdotas,
contadas por los hermanos a sus familiares más allegados.
Cuenta Roberto que estando junto a su
hermano a la orilla del río, vio cómo este cayó de bruces al suelo y se asustó
mucho. Cuando fue a socorrerlo, tratando de levantarlo, asegura que de pronto
se dio cuenta de que estaba en otro lugar, y la persona que sostenía entre sus
manos no era su hermano Sinecio, era una mujer madura, asegura Roberto, de
espaldas anchas y cabello corto.
Al soltarla, esta cayó sobre un césped muy
bien cuidado, entonces llegaron muchas mujeres maduras y se ocuparon de la
amiga caída. Después de revivirla, lo convidaron a danzar y le ofrecieron una
bebida muy extraña en unas copas muy largas y plateadas.
Cuenta Roberto que nunca se desesperó, y
que cuando trató de hablarles y preguntar dónde estaba, las mujeres se
escapaban de su lado y se escondían entre los arbustos.
Después lo llevaron a una casa de madera
muy alta y le encomendaron la tarea de revolver un caldero humeante repleto de
viandas y vegetales. Así estuvo muchos días hasta que una mujer, bien vestida y
en tacones altos, le dio a probar el caldo en cocción.
Apenas lo probó lo atacó un fuerte dolor en
el abdomen; sintió que sus pies abandonaban el lugar hasta caer en una celda
oscura y fría, que resultó ser la bóveda familiar en el Cementerio Municipal.
Salir de la caja fue fácil, pues esta
estaba abierta; después, con la ayuda de un pico y una pala, logró promover la
lápida principal; fue entonces que a la luz que entró por la grieta, pudo ver a
su hermano ya fuera de la caja, tratando de salir también al exterior.
Roberto dice que no quiere hablar mucho del
suceso porque le da miedo. Cuenta que ha estado muchos años sin trabajar,
viviendo delos ahorros de sus padres y su hermano, que desea dar un cambio a la
vida y se dedicará a vender pizzas en un local pequeño que alquilará en el
vecindario.
La experiencia de Sinecio es completamente
distinta; electricista de profesión, obrero ejemplar en la empresa de
mantenimiento de educación, ha contado a su familia que a la hora de morir se
encontraba junto a su hermano a la vera del río Yayabo cuando de pronto una luz
acompañada por un extraño ruido lo hizo caer al suelo.
Al levantarse estaba en
un largo corredor atestado de fotos de vacas e inmensos barriles cerrados
herméticamente. Caminó asustado durante horas hasta llegar a una salida donde
se encontró, solo y desnudo, frente a un paisaje extremadamente raro, cuenta
Sinecio. Unos individuos callados, de rápido caminar, lo sumergieron en una
tina helada y le pintaron en el pecho un signo que él no pudo reconocer;
seguidamente, con mucho frío y arropado con mantas de color magenta, fue lanzado
con una fuerza superior a las ramas de un árbol repleto de extraños frutos.
Allí se quedó por varios días y nunca sintió ni hambre ni cansancio.
Cuenta que
el silencio era tan grande que sintió su propio corazón latiendo
apresuradamente, y que después de muchos días, cuando decidió por curiosidad
probar el fruto del árbol, escuchó un sonido como del claxon de un auto en el
momento de arrancar la fruta. Apenas pudo probar el extraño dulzor, pues sintió
un impulso violento que lo lanzó contra una vaca que pastaba bajo la sombra del
árbol. Al abrir los ojos estaba en la bóveda del cementerio junto a su hermano
que ya trataba de abrir la puerta para salir al exterior.
Sinecio cuenta que la experiencia ha sido
muy extraña, que su vida ha cambiado y por tanto, debe darle otro rumbo a su
existencia. Comenta que a pesar de llevar una vida tranquila y aparentemente
feliz, desea sentir nuevos aires. Por ahora, dice, quiero conseguir una visa e
irme a Miami a trabajar en lo que sea, pues tengo deseos de comenzar de cero en
cualquier lugar del mundo.
Confusión y desorden frente a la bóveda de la familia Franco. |
La ciudad de Sancti Spíritus está revuelta
con este acontecimiento. Han llegado personas de muchos lugares y diferentes
objetivos;la acera de los Franco está repleta de
religiosos, científicos e incrédulos.
Muchos dicen que ya era tiempo de que en la
barriada de Colón, lugar tranquilo de la ciudad, pasara algo importante.
jueves, 21 de noviembre de 2013
La montaña
Foto: cortesía de Indigo Hynmwriter |
La veíamos en cada amanecer. Rodeada de sus súbditos leales: el viento, la lluvia. Imaginábamos su cuerpo fragmentado y sus derivaciones hacia otra piedra, otra ilusión de vida que se despeñaba ante nuestra atónita mirada.
Allí, decías, los colores serán tibios como
el arcoíris, y las palabras llegarán impolutas al oído más rebelde.
Pero el paisaje no deja ver la otra verdad:
los miedos y la sed de un salto. El terror estival nos consumió cuando
lentamente fuimos escalando sus lomos inexactos.
Esperando
una fuerza atemporal, los estadios del alma cobraron forma.
Lejos, muy lejos se divisa el mar y la
ciudad perdida; entre los laberintos de occidente está el hogar que alguna vez
soñamos. Pero no pudimos ver, solo intuimos esos remansos de paz, pues la
montaña esconde en sus atardeceres la verdadera romanza.
Al llegar al sitial más alto, repetías,
haremos la paz eterna entre nosotros y el mundo que se va por la cloaca; pero
los mundos no son iguales desde arriba.
Lloraste cual ciruelo enfermo. Las tardes
son las mismas aquí arriba, solo que la montaña nos da otra recompensa: el
sentirnos solos, alejados del tren y de las ferias.
Ahora, entre el bullicio, caminamos con la
certeza. Quizás fuimos otros o en otra vida fuimos los mismos.
Allá está imperando; y lanzamos una mirada
soez a la lejanía y nos dejamos llevar aparentemente por el silbato del tren y
la feria de provincia, calentando en nuestra hoguera el eterno deseo de saltar.
lunes, 11 de noviembre de 2013
Melancolía
A José María de la Concepción se le vino
abajo todo su retablo aquel día en que vio cómo su último amigo de la infancia
cambió el rumbo de su vida tras el largo camino de la emigración. El auto se
marchó hacia el aeropuerto y sus manos sólidas acariciaron por última vez
aquellas otras que lo acompañaron a tumbar mangos y a robar los panes que
Jerónimo dejaba la ventana de la panadería del barrio.
El primer síntoma de la vejez debe ser el alejamiento
de esos impulsos fuertes que dictan la vida. Pero el peor, el más despiadado,
es cuando comienzan a caer los dioses, cuando ya no se espera nada, cuando da
igual que no pongan en la radio tu canción.
José María es experto en Dominó. Juega sentado en la
soledad de la tarde. Juega solo y se imagina algún lugar en el universo, donde
tira con violencia el doblenueve y sus amigos lo proclaman el campeón absoluto.
Siente el dulce choque de los vasos de aguardiente, mientras Felipe, su amigo
del alma, lo acaricia en el hombro y le dice –carajo José María, eres el mejor.
Entonces se estira en el taburete y le ordena a su esposa la última fritada
justo cuando ella pasa a su lado, etérea y rosada.
Podría estar toda la vida jugando y disfrutar de los
elogios de sus buenos camaradas, pero todo es un engaño.
Felipe vive en Roma y hace más de cinco años que no
sabe de él; Maritza, su tierna esposa, se fugó a Miami con Carlos, el mecánico
de su desvencijado fogón Pique. Solo
queda su casa sin pintar, un tocadiscos ruso y dos o tres vasos de la Alemania Democrática en los cuales hace
mucho que no baila el alcohol.
José María es un hombre cabal. Consagra su vida a
tiempos remotos y abre su manual de carpintería, enviado por Pepe desde España; imagina una mesa de roble recién salida de sus
manos, llena de virutas de pan y mermelada junto a sus dos hijos, Julieta y
Alejandro, el sueño irrealizado cuando se casó con Maritza hace más de treinta
años.
Sabe que es dueño absoluto de su vida; su pasado y su
futuro pertenecen totalitariamente, a esas fotos amarillas tiradas en la cama,
al olor a tierra mojada del antiguo jardín y a las voces agradables que lo
proclamaban el eterno anfitrión de las veladas nocturnas.
lunes, 21 de octubre de 2013
De la nostalgia y los focos de resistencia
Ayer domingo 20 de octubre fue el día de la Cultura Nacional,
el aniversario 145 de la presentación en público de nuestro hermoso Himno Nacional. Fue un domingo como otro cualquiera en la ciudad
de Sancti Spíritus, lo que implica alejamiento de las pocas zonas de vanguardia
en la isla de Cuba. Un domingo chato como todos, aburrido y caluroso, a
pesar de ser un octubre avanzado.
Me propuse dormir la tarde, alejándome
del sol que se explota como un botellazo en las cabezas de aquellos que deciden
salir a pasear, pero el vecino, sin previo aviso, encendió su stereo con
las bocinas enfocadas a todo el barrio, y sin pensarlo dos veces arrancó
con lo más popular de la música llamada del Ayer
Reciente a todo volumen y con la desfachatez característica de alguien que
quiere a toda costa divertirse de lo lindo.
En par de horas de oyente obligado, repasé todo el repertorio que llegó a nuestro país desde los años 60 hasta
casi los ochenta; claro, la más popular de aquel entonces, lo que no quiere
decir que la mejor.
Después, para remachar el clavo, luego de
oír desde Rita Pavone, pasando por
los imprescindibles Fórmulas V hasta
José José, en la TV pusieron, para suerte mía, el
clásico musical Los Paraguas de
Cherburgo con su fabulosa banda sonora de Michel Legrand. No faltaba más,
un domingo Yeyé desde mi alcoba, en busca del Xanadú, reino perdido.
Pero claro que se corre el telón; la edad
traiciona y solemnemente comienzas a tararear todas aquellas melodías que te
hicieron feliz en la lejana mocedad, tópico este que nos hace pensar en esa
condición estética oculta que traen algunos eventos.
La nostalgia podría ser una zona de
resistencia, sobre todo cuando la contemporaneidad hace una diferencia
insalvable. Cierto que todo debe ser un proceso lógico, nuestros padres y
abuelos añoran a Roberto Faz y la
fabulosa música de victrola. Hasta aquí todo funciona de maravillas, y no puede
ser de otra manera porque la vida, aunque no nos guste, es lineal.
Lo que me lleva a la reflexión es que estos
focos, como en el que milita mi vecino, son focos alternativos de resistencia a
la pseudo cultura musical que oficialmente se difunde en los centros de
recreación, zonas bailables y se aloja cómodamente en las memorias flash de los
jóvenes.
Mi preocupación es la siguiente: ¿Habrán
focos de resistencia musical dentro de treinta años, y sentirán los que son
jóvenes hoy, la melancolía que trae consigo escuchar aquellas canciones que nos
alimentó la adolescencia? Lo dudo; y no estoy defendiendo a capa y espada la
música que sostiene mi vecino, pues sabemos con certeza que casi toda era copia
mala del panorama musical anglosajón; era lo que llegaba a la isla pasando una
censura que nos impedía escuchar los originales y nos embarcaba en una
parafernalia de cartón. Así nos salvaríamos del capitalismo en inglés, y
nosotros, pioneritos delicados, no sufriríamos los embates ideológicos de una
sociedad en quiebra en los años sesenta, como lo era cualquier país donde se
hablara el idioma de Janis Joplin.
Pero aun así, los que peinamos canas,
tenemos una carta bajo la manga: una nostalgia musical, verdadera o falsa, que
nos hace recordar lo bueno y grande que era el mundo cuando enamorábamos
muchachas en la puerta de la escuela escuchando a Los Mitos y a Juan y Junior.
Me da pena con los jóvenes de hoy, y no es
un conflicto generacional, es un problema cierto y grave, pues hay jóvenes
salvados, aquellos que se sostienen hoy con la buena música, nacional o
foránea; pero son la triste minoría.
En realidad hoy en Cuba falta la ética
sonora en la cual exista un trabajo de referencia que dicte, sin vetar nada, lo
mejor y/o más estético que se realiza dentro y fuera de la isla. No pido que
censuren el reggaeton, pues si esto sucede, hasta mi vecino cambiará la década
prodigiosa por dicho fenómeno.
Sucede que en los años setenta nos gritaban
en los oídos, por todos los medios posibles, que el Rock (en general toda la
música en inglés) era producto de una sociedad enajenada, que producía un
alejamiento de los valores reales y era, por supuesto, nocivo a una juventud
como nosotros, que buscábamos (o habíamos encontrado) la fórmula del hombre
nuevo. Y claro que no toda la música anglosajona era buena y no todo el Rock
era de elevada estética, solo que en el mismo saco censurado entraba todo lo
bueno y lo malo que pudo llegar y no llegó.
¿Entonces qué pasó? Pues no existe nada más
enajenante que la aberración que se
promociona en todas las plazas musicales y por las redes oficiales.
Claro, tristemente nada viene solo, y la avalancha de mal gusto musical viene
de manos con la falta de educación formal, la ausencia total de sensibilidad
para la verdadera cultura, la apatía y el cuchillo; pero estamos recogiendo lo
que sembramos allá por los años sesenta, cuando además de prohibir la mejor
música foránea, se le llamaba bitongos a aquellos que sostenían un comportamiento
educado y con clase. Se les llamaba bitongos y gente con rezagos del pasado
pequeño burgués a los ciudadanos decentes que daban las gracias, los buenos
días y trataban de alejarse de la vulgaridad de moda, fenómeno que trajo a la
larga la intolerancia, la violencia en todos los aspectos y la filosofía
callejera del Bicho, la del tipo violento, de escasa urbanidad, incapaz de
sostener una conversación, pero triunfador a su manera.
Que todo se trata de que los jóvenes de hoy
no piensen mucho, no es nada descabellado, es un hecho que se demuestra día a
día, o mejor, noche a noche, cuando veo salir de los clubes nocturnos de la
ciudad a una masa desenfrenada y turbia, con los ojos perdidos y los sentidos
bloqueados de tanto reggaeton y su ola de violencia.
Pero nosotros, los tembas de hoy, estamos
nuevamente callados, mirando por nuestra ventana estos aires de terror y de
escasos pensamientos. Si comparo a un joven de mi etapa de estudiante, incluso
uno de aquellos que nunca disfrutó ni de Juan
Manuel Serrat ni de Emerson Lake &
Palmer, con cualquier muchacho reggaetonero de hoy día, veré con exactitud
las carencias del joven de hoy; no aspiro a que escuchen a Bach y a Vivaldi, ese
es un lujo que adquirí precisamente escuchando en mi juventud a las bandas de
rock sinfónico, aquellas que en su momento tampoco eran difundidas por los
medios oficiales. Entonces en un día como ayer, sagrado para la Cultura Nacional, escuchando la música de mi vecino, a sabiendas de que no es Serrat, ni Los Beatles, ni Elena Burke, tuve que sonreír y tatarear con nostalgia las canciones de Los Mustangs, Marisol y La Massiel, creando
en mi cuarto otra especie de zona Vintage.
Hay muchísimos focos por toda Cuba, son los
bastiones de los que no se resignan a escuchar lo que está de moda; pero me da
pena con los jóvenes. Cuando estos chiquillos sean adultos y quieran recordar
la música que los hizo libres, tendrán que acudir a toda esa manada de reggaetoneros
que hoy ensucian el espectro sonoro de la isla. Me pregunto qué sentirán cuando
siendo ya unos vejetes, en un domingo aburrido como este, busquen entre sus
grabaciones y encuentren para ablandar la tarde, un disco de Wisin & Yandel y Daddy Yankee, y canciones que digan: te voy a poner rojo el agujero, temas
que serán el sustento de su pasado, y el presente mío y de mi vecino.
lunes, 14 de octubre de 2013
Aparece nueva población cercana a Sancti Spíritus
Entrada a Villaverde |
Ha sucedido un hecho sin parangón en la
provincia: entre la ciudad de Sancti Spíritus y el municipio de Guayos, acaba
de aparecer de la nada una nueva población de más de once mil personas.
El suceso ha traído a investigadores de
toda la nación, etnólogos, arqueólogos, curiosos y policías.
El jueves 3 de octubre el ministro
Metodista Julio Aparicio, viajaba en su automóvil desde la capital provincial a
la vecina ciudad de Cabaiguán con objetivos misioneros cuando el auto, por
problemas mecánicos, tuvo que adentrarse por un camino en la senda izquierda
de la carretera central, ya a escasos kilómetros de Guayos; en menos de diez
minutos de travesía, buscando agua potable para el radiador del auto, este hizo entrada a un raro y sorpresivo
vecindario. Creyendo dicho pastor que
estaba perdido, intentó regresar a la carretera central, y su sorpresa aumentó
al comprobar que estaba bien situado, y que había llegado a una nueva población
donde lo atendieron cordialmente, resolviendo agua, descanso y alimentación.
Investigó entre los habitantes del lugar y según confiesa el párroco, nadie supo
contestar sobre la situación geográfica de la comarca. Después de pasear por la
ciudad y disfrutar de la serenidad que le trajo el lugar, regresó a la ciudad
de Sancti Spíritus e hizo el comentario del suceso a las autoridades locales,
hecho que nadie creyó en un principio, pero que felizmente fue corroborado por
el chofer de una ambulancia que viajaba a Santa Clara con un paciente
diabético, y que por problemas similares tuvo que hacer parada temporal en la
nueva población.
Viejo puente de Villaverde, camino a Guayos. |
La noticia ha corrido rápidamente entre los
espirituanos y por toda la isla, hecho que ha traído una ola de curiosos de los
cuatro puntos cardinales al punto de que las autoridades han tenido que
establecer el orden. Nunca antes ha ocurrido algo semejante, y este misterio,
según dice una nota de prensa en el semanario provincial, tendrá que ser
resuelto con toda la ética revolucionaria y con la responsabilidad
característica.
Julio Aparicio; ministro Metodista. |
Según dice el pastor Julio Aparicio, es un
hecho sin precedentes, pero será siempre un hecho feliz, pues son nuevos
miembros para la comunidad espirituana y nuevas almas que necesitarán, en su
momento, una palabra de amor y un mensaje de salvación. Son gente muy humilde y
tranquila con gran acervo cultural, aunque esto necesita investigación, confiesa el pastor. En la mayoría de los
casos son familias de campesinos, cosechadores de hortalizas y ganaderos,
aunque poseen una cultura local sumamente interesante y variada. En las dos
visitas que he realizado a la pequeña ciudad he visto la
camaradería de su gente, algo callados y meditabundos, eso sí, pero es
preferible la meditación al alboroto ciudadano. Lo mejor que tienen es el pan,
prosigue en Pastor, es de una calidad insospechada; elaborado con harina del
lugar, de un hojaldre nunca visto en estas tierras y de gran aceptación en la
población.
Carlos Quintanilla, delegado del Poder
Popular en el caserío más cercano no sale de su asombro. Esto es muy raro,
comenta, nunca antes ha pasado algo así, lo que ha traído mucha gente al lugar
y todavía no sabemos con certeza que rumbo va a tomar este asunto. Lo peor,
comenta, es que estos habitantes no poseen ninguna documentación que los
acredite como ciudadanos cubanos, no pues tienen carné identificación, y eso es
sumamente grave. Muy pronto llegará una comisión nacional para darle vía a este
proceso; estos nuevos ciudadanos tendrán que regirse por las leyes vigentes,
incluido en Carné de Identidad, los CDR y todas las organizaciones de masas;
además, deberán entrar dentro del programa de cuentapropistas con el
correspondiente impuesto mensual.
También se efectuará, luego de un censo a
profundidad, la repartición entre los ciudadanos de la libreta de
abastecimiento con su canasta básica. Lo más inmediato, prosigue, es la
creación en la localidad de diferentes instituciones culturales y sociales, en
las cuales estará incluida la casa de Cultura donde se pueda acceder a diversas maneras de hacer música, danza y todas las demás
manifestaciones. Ya sucederá la próxima semana el primer desfile pioneril con
alumnos de la ciudad de Sancti Spíritus, Guayos y localidades cercanas; también
procederemos a la creación de una policlínica docente, una discoteca con música
salsa y reggaeton, una heladería Coppelia y el primer campo de tiro de las MTT;
ya funciona una peluquería particular cuya dueña se trasladó a la nueva ciudad
procedente de Sancti Spíritus y un puesto de venta de pizzas de un
cuentapropista llegado hace unas horas desde la localidad de Guayos.
Faltan algunas investigaciones para saber
cómo ha sucedido esto. La gente callada y tranquila de la nueva población la llaman
Villaverde, pero el gobierno provincial evalúa y estudia la posibilidad de
cambiar el nombre por el de Comunidad Venceremos.
Los habitantes de Villaverde se niegan a ser
entrevistados por la prensa y la radio; ellos dicen que no necesitan esas
manifestaciones de promoción, y que solamente desean vivir en paz de su trabajo
y su cultura popular. Aunque ya llegó la avalancha desde ciudades vecinas,
ellos no han perdido la concentración, a
pesar de que han aparecido varios camiones invitando a la juventud a disfrutar
de un día en la playa Ancón de Trinidad a cambio de algunos productos locales,
pues todavía no existe moneda de cambio, aunque ya se estudia para un futuro
una tienda en divisas y por supuesto, la instauración de un sistema de
remuneración al trabajo en moneda nacional.
Parque de Villaverde, futura Comunidad Venceremos. |
La aparición de Villaverde en nuestra
provincia es y será una experiencia grata. Todos los ciudadanos espirituanos
debemos recibir con verdadero calor humano a estos nuevos ciudadanos que han
aparecido de la nada, pero que juntos podremos hacer un mundo mejor.
lunes, 7 de octubre de 2013
Miedo
Cuando Ciro me describió de manera tan
explícita las características físicas de Ana enseguida me puse en guardia. Algo
raro sucedía. Todos sabemos que Ciro es informante de la Seguridad del Estado;
entonces aquella descripción trajo dudas en mi mente.
Acabo de verla pasar frente al cine, me
dijo; con su caminar recto, sus piernas curvadas y sus pies
planos con el pequeño lunar.
La cuestión es que Ana no tiene las
piernas tan curvas ni los pies tan planos como para que todos lo adviertan a
primera vista, y el lunar que exhibe en el empeine es apenas visible.
Mi cerebro comenzó a funcionar:
1-
Ana
y Ciro sostuvieron una relación en tiempos pasados.
2- Ciro
está perdidamente enamorado de Ana, al punto de fijarse en esos pequeñísimos detalles.
3-
Ana
también es de la seguridad del Estado.
Las dos primeras conclusiones fallan,
pues si ellos hubieran tenido un amorío en tiempos pasados, lo más probable es
que me lo hubieran dicho; ellos saben que no es un problema para mí una
relación pasada. Por otra parte, que Ciro esté perdidamente enamorado de Ana
también es improbable, ya nunca he sentido la punzante vista de Ciro
atravesando el éter para clavarse en Ana; además, ella nunca me ha insinuado, ni
remotamente, nada que sostenga esta tesis.
Lo más probable es que Ana también es de
la Seguridad del Estado.
¿Por qué seguir arando en un terreno
donde siempre puedo resbalar? Ana y yo hemos tenido días de locura sentados en
las playas de Trinidad.
Eres un genio, me dice cada vez que le
esgrimo razones para decirle que la vida es una mierda, que las ganas de ser
feliz son más grandes que toda esta cadena de horas que consumo caminando por
las calles de mi ciudad.
¿Pero ahora qué hago?
Ya no podré hablarle más de política, ni
de la corrupción o la falta de ética en la sociedad.
Seguramente Ana me sonreirá con
sarcasmo, me besará con un ligero toque de labios y se marchará sin prisa, a
informar sobre mi mala conducta.
Otra estrategia sería hablarle bien de
todo, aunque por dentro hierva; pero eso no está bien, pues será una relación
turbia, poco decente y ficticia.
Estábamos cenando en un viejo
restaurante. Te ves preocupado, me dijo. Sí, tengo problemas con mis clases;
los programas son una basura, y además, tengo detrás de mí al ideológico del
Partido que dice que yo no tengo madurez política para enfrentar una profesión
como la mía.
Ana me acarició la frente; miro con
cautela a los comensales cercanos. Mira, dijo, tú sabes que hay cosas que no se
pueden decir en público, pues te marcarán para toda la vida. Vamos a casa a
bebernos unas cervecitas y descansa un poco. Yo le dije que estaba realmente
cansado, muy cansado de luchar con un grupo de comemierdas que ven dondequiera
una amenaza del enemigo. Bueno, nada es perfecto, respondió.
Esa noche no hicimos el amor, nos
quedamos mirándonos fijamente casi toda la noche hasta quedarnos dormidos como
ángeles para luego, en la mañana, lucir unas ojeras descomunales en mi clase.
¿No es raro todo? Ana no se inmutó como antes, solamente se limitó a mirarme en
la madrugada como si todo estuviera resuelto con un chasquido de sus manos o de
las manos de Ciro, su jefe o supervisor de misiones.
Ella me espera esta tarde para salir a
caminar a la vera del río y después entrar al teatro. Yo la voy a mandar al
carajo apenas la vea. Perderé a una muchacha bella, inteligente y que quizás me
ame, pero no estoy seguro, y en materia de política aquí hay que estar claro,
porque si no te joden, y no quiero ver como Ana me desgracia la vida el día en
que Ciro le ordene hacer un informe sobre mi ideario y yo termine como un paria
sin trabajo, sin posibilidades de salir a flote y tenga necesariamente que
largarme en un bote a casa del carajo.
Me estará esperando frente al puente,
recostada con gracia al muro de piedra. Cuando me bese le diré que se vaya a la
mierda; que estoy hasta la coronilla de mi escuela, del ideológico del Partido,
de Ciro, de la política y de ella.
jueves, 3 de octubre de 2013
Altar con aires medievales en la iglesia Mayor
Conjunto emplazado en la Iglesia Mayor |
Hace apenas dos meses que la Iglesia
Parroquial Mayor tiene una nueva obra de arte que la convierte en sitio único
de referencia en el país.
Por obra del artesano Jorge
Luís Madrigal, se ha emplazado en la Capilla del Santísimo la imagen de Jesús,
María y San Juán, un conjunto escultórico que escapa de los estrechos marcos
de la iconografía que existe en Cuba.
El artesano ha recreado la obra de la misma
forma y estilo como lo hicieron los antiguos artesanos medievales españoles.
La artesanía religiosa peninsular adquirió
en la Edad Media notoriedad en toda Europa; sus artesanos lograron la carga
emocional a golpe de gubia, estuco y policromías con Temple, como lo expresa el
Cristo de Torres en Navarra.
Cristo de Torres. Navarra, España |
Estas representaciones de origen Bizantino, heredan
en el período Románico un naturalismo Gótico, logrando así cambios sustanciales
de forma y hasta de contenido.
Cristo románico |
La esculturas españolas se hacían con la
madera del lugar: pino, roble etc. Jorge Madrigal ha utilizado en nuestro caso
la Jocuma, madera que según el artesano, puede conservar la pieza intacta por
una eternidad.
A pedido de Organizaciones religiosas, y
con la debida información, traída de España por el párroco Albán María de una
vieja iglesia del siglo XIII, el conjunto escultórico
tardó siete meses en concluirse.
María de la Iglesia Mayor |
San Juan de la Iglesia Mayor |
Figura central del conjunto. Iglesia Mayor |
La Iglesia Parroquial Mayor posee ahora el
único conjunto escultórico que recrea a las viejas abadías llenas del
hieratismo característico que las hace tan llamativas y propicias a la
meditación.
martes, 1 de octubre de 2013
Modus vivendi
Hace mucho que vive en el centro de la ciudad y casi
nadie lo conoce. Lleva más de una década sin salir ni interrelacionarse con sus
vecinos que saben que él existe, pero le han dado de baja de la nómina de los
vivos en el barrio.
Lleva mucho, demasiado tiempo frente a su botella de
vino. Fue quizás el presente de un amigo, o el envío como aguinaldo de una
vieja navidad que ya ni recuerda.
La conoce perfectamente; puede repasar su forma
cuando duerme, recordar la coloración rojiza, imaginar el olor y el exquisito
bouquet que ella le ofrece. Ha estudiado a fondo la denominación de origen
Rioja y las bodegas Domecq; sabe la historia del Tempranillo, Graciano y
Mazuelo, las uvas permitidas para la
elaboración de su botella Marqués de Arienzo. Colecciona documentos y fotos que
le informan al respecto.
Alguna vez ha tenido el deseo de abrirla y probar ese
líquido sanguinolento que lo espera tras el cristal, pero siempre pone a salvo
su tesoro.
Disfruta, cuando
acaricia su cuerpo, como las manos frías se traslucen distorsionadas en el
líquido.
Ya no le importa nada; solo hundir la mirada en el
silencioso espejo que lo domina.
Hoy la desea sobre todas las cosas. Sostiene entre
las manos el descorchador, pero las fuerzas se le acaban; pues reconoce que
cuando se beba su botella de vino, tendrá que recurrir a la televisión, la
radio, la lectura y las falsas relaciones humanas, esos tontos inventos de la
gente común para poder sobrevivir en este mundo.
martes, 24 de septiembre de 2013
Remberto Lamadrid : El último bohemio
Les regalo este trabajo de Maikel Rodríguez, especialista del Consejo Provincial de las Artes Plásticas de Sancti Spíritus. Ya era hora de escribir sobre Remberto Lamadrid.
Remberto Lamadrid : El último bohemio
Lamadrid ha
preferido trocar los falsos relumbres de la gloria por el trabajo de promoción
cultural, descubriendo y potenciando la pintura popular espirituana.
De ojos
transparentes y nariz mitológica, suelo compararlo con aquellos pintores de
domingo que abandonaban el bucólico Montmartre para retratar su musa de turno a
orillas del Sena. Lo recuerdo deambulando por el grisáceo corredor del antiguo
convento de Los Mercedarios, en los altos del boquete del Coco, donde radicó el
primer Taller de Artes Plásticas que tuvo Sancti Spíritus.
Allí, amén de
compartir oficio y pitanza con El Monje, solía inclinarse sobre el hombro de
los estudiantes para corregir el trazo impreciso con alguna recomendación
oportuna, o ajustaba el sempiterno bodegón frente a las mesas de dibujo para
que la luz hiriera cuerpos y espacio, desplegando un complicado juego de
sombras que solo los discípulos más osados intentaban llevar a la cartulina.
Remberto Lamadrid
es viejo y sabio como la esfinge tebana. Maestro de generaciones, graduado de la Escuela Nacional
de Instructores de Arte en 1965, investigador y pintor naif, los espirituanos
aún tenemos la dicha de verlo recorrer las calles donde tantas veces ha
imaginado sus girasoles al óleo, o aquellos hongos imposibles, hijos del calor
y el aguarrás, que bajo el fiero tabardillo irradian esporas de color al
impoluto cuerpo del lienzo.
Rendirle tributo
en poco menos de dos cuartillas es casi imposible. ¿Cómo agradecer su constante
labor educativa, sus desvelos frente al estoico caballete, la sencillez con que
acogió a tantos artífices yayaberos, consagrados hoy, y abrió para ellos las
puertas de la belleza? ¿Cómo estrechar desde la tinta y el papel sus manos de
árbol añejo, de viajero incansable por los dominios del sueño? ¿Cómo asir su
quijotesca figura, si parece brotar de un tiempo donde vida y pintura eran la
misma cosa, y pasa a nuestro lado como un fantasma taciturno, llevando consigo
los secretos, anhelos o desdichas de aquellos grandes incomprendidos que se
embriagaron de ajenjo y libertad en las calles parisinas a principios del siglo
pasado?
Ajeno a las
confusas dinámicas del mercado de arte, huérfano de grandes exposiciones o
catálogos lujosos, Lamadrid ha preferido trocar los falsos relumbres de la
gloria por el trabajo de promoción cultural, descubriendo y potenciando la
pintura popular espirituana, dando voz a esa plástica muchas veces anónima,
casi siempre sincera, que nace del alma y nos llega libre de las imposturas
técnicas y conceptuales que impone la academia.
El Lama, como le
decimos con cariño y respeto, solo detiene su paso ante un cigarro y una buena
taza de café, que degusta con parsimonia, como si en ello le fuera el aliento.
Para suerte nuestra, verlo sigue siendo una fiesta innombrable, y abrazarlo, un
feliz encuentro con la indeleble pátina de todo lo bueno y lo antiguo que puede
albergar nuestra ciudad.
Es él, sin lugar
a dudas, nuestro último bohemio: único ejemplar que aún conservamos de esa
legendaria raza, casi extinta en la actualidad, capaz de transformar óleos y
telas en un deslumbrante mapa del corazón humano.
lunes, 23 de septiembre de 2013
La fe
Por levantar la piedra que aplasta
nuestro sueño, descubrimos la humedad lacerante.
2 Por sumar un gramo de sapiencia, queremos ser un
todo, una mágica y enorme porción del todo en uno.
3 Esa es la confianza en el orden: Aprenderás, elevarás
tu espíritu y serás bendecido.
4 Pero la pobreza del alma es otro deber, otra
alocución que sabemos hace mucho.
5 Y la humedad sigue al desconsuelo. La ferviente
mirada bajo la piedra nos reprende al musitar: ¿Cómo pudo ser posible? ¿Cuántos
siglos tendremos que esperar para disolvernos?
6 Si ayer sosteníamos con fuerza el azadón, ahora nos
lastima.
7 Por fe fuimos llamados a buscar.
8 Por fe nos salimos del cascajo y llegamos a la piedra
viva.
9 Así, sostenida la humildad y la complacencia, vemos
trepidar los días y las noches, envueltos en la mísera casaca.
10 No somos el hijo de Jacob, no somos la zarza que arde
en la montaña.
11 Cuando sabemos que algo nos faltó, viene la rueda
del molino oprimiendo nuestros cantos,
12 nuestra esperanza de una plaza cerca del podio,
donde alguien declara que todo está creado y el mundo se doblega a nuestros
pies.
13 Pero no hay llamamientos, se calló el vocero del rey
y la plaza está vacía.
14 Hasta cuándo viñedo mío, hasta cuándo estaremos a la
deriva, buscando una nube que nos cubra y la lluvia de otoño que nos dé la paz
prometida para vendimiar con gracia.
15 Hasta cuándo hundiremos el azadón en la garganta del
valle sin encontrar la tierra prometida.
16 Si fuimos dotados de la imparcialidad del alarido,
ahora, por fe, debemos permanecer callados; esperando que otra piedra se
levante.
lunes, 16 de septiembre de 2013
Enemas culturales en la ciudad
Cafetería El parque |
En la ciudad se ha despertado el interés de
la población por un nuevo servicio que oferta el establecimiento gastronómico Cafetería
El Parque. Desde hace una semana existe la posibilidad para los clientes de
hacerse un enema de café mezclado por el módico precio de 2 pesos en Moneda
Nacional. Existen varias ofertas, entre ellas Café Expreso, Café Cortadito y
Café Capuchino.
Es una opción más para los amantes del café
en cualquier hora del día y de la noche, pues este servicio tiene un horario
que cubre hasta la madrugada.
Moisés Suárez, administrador del centro,
declara que a pesar del poco público en los primeros días, la afluencia de
clientes ha ido en aumento. « Tenemos la esperanza –nos dice- de ofertar en un
futuro este servicio con zumo de plátano,
naranja y mandarina, lo que convertirá el lugar sitio de referencia para
aquellos que deseen degustar el buen café cubano mezclado con frutos
tropicales; además, está en estudio la posibilidad de incluir en la carta
enemas de Café Cubita, solo que el precio de esta opción será en Moneda
Convertible, aunque se procurará que sea bien económico».
Moisés Suárez, administrador del centro. |
«Otra idea que ha dado frutos –continúa
Moisés- son las tardes de café literario, en sendas actividades culturales con
música, poesía y enemas; opción de mucho interés para los intelectuales y la
población en general».
Cristina, la enfermera-gastronómica,
confiesa sentirse a gusto en el local. «Toda mi vida -comenta Cristina- trabajé
en el Hospital Provincial, y ahora, laborando como expendedora de este servicio
en un lugar tan hermoso, me ha traído felicidad; además, aquí puedo conocer
gente interesante, escritores y artistas que junto al público general, pueden
mostrar su talento musical, pictórico y literario mientras disfrutan de un
cálido enema, elaborado con puro café mezclado y diluido en agua previamente
hervida; muchos han venido a degustar la nueva oferta, principalmente músicos
de la llamada Nueva Trova, actores y algunos escritores de la localidad, los
cuales aprovechan el momento para interactuar con los presentes».
Cristina la enfermera. |
Tomás Valdés, un trovador reconocido de la
ciudad, nos dice que esta oferta es encantadora. «Me gusta ver -asegura- cómo
las personas escuchan mis canciones mientras sucede el enema; es una
experiencia única cantar con la sensación de limpieza interior. Espero que en
algún momento comiencen las lavativas de frutas tropicales, aunque para decir
verdad, una de café puro es la perfección».
Marianela Carmenate. |
Por ahora el público procede con cautela;
algunos todavía no se deciden a probar este nuevo sistema de degustación de la
cafeína, pero según la administración, la esperanza de un local colmado, es lo
último que se pierde. «Invito a todos los ciudadanos a pasar un
momento de increíble calma y espontaneidad –dice Marianela Carmenate, jovencita
asidua al centro gastronómico- aquí podrán sentirse como en familia, escuchar
buena música y buena literatura, mientras sientes el rico café mezclado
limpiando tu cuerpo».
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