Apuntes sobre el arte contemporáneo
En el Blog Cuba Profunda acaba de florecer un excelente
debate en torno a la comprensión del Arte Contemporáneo.
Aquí les dejo mi comentario:
Pensar en el arte contemporáneo
es adentrarse en una suerte de túnel que nos llevará hacia adelante y hacia
atrás, a través de la historia de esta disciplina. Al arte contemporáneo, si le
hacemos un corte transversal, como a la tierra, deberían vérseles las capas de
diferentes colores, como las vetas de una gran batalla estética. Recordemos que
a los románticos no les hizo ninguna gracia la tesis de los impresionistas,
luego estos mostraron sus garras al ver las propuestas estéticas de los
expresionistas, y estos últimos se enfurecieron al ver las obras de Picasso colgadas
en los muros de una galería de arte; también cuentan los que saben, que Picasso
no hizo muy buenas declaraciones sobre las tendencias pictóricas que sucedieron
cuando él era ya un artista consagrado. Así son las cosas en el arte, una rueda
demoledora que aplasta y asimila cada corriente estética que se manifiesta.
Así empezamos bien, pero el arte
contemporáneo posee un saco muy grande donde pueden caber excelencias y a veces
innegables absurdos.
Veamos, cuando Gisselle trae a
colación la radiografía de un pescado en la galería, no me queda más remedio
que pensar en aquellos Readymade de Marcel Duchamp, pero es que Duchamp era un
pionero, y a los pioneros hay que respetarlos.
Marcel Duchamp. Fuente |
Yo, que soy artista, no crítico
de arte, podría fácilmente emplazar en una galería cualquiera, un lavamanos y
ponerle como título, digamos….piscina, o paraíso, o como quiera, y tendría todo
el derecho a hacerlo, pero no sería una pieza feliz, pues lamentablemente, será
una pieza sumamente deudora de un pionero: el urinario de Duchamp. Incluso
podría argumentar, defender hasta el cansancio, pero faltaría algo: la
creatividad, el ingenio para defender una pieza con un criterio devastador y conciso.
Eso, precisamente eso le falta a
cierta zona del arte contemporáneo, la capacidad de asumir la obra como una
tesis, porque el arte de nuestros días debe ser una tesis que nos enfoque en algún
punto de nuestra realidad, debe poseer lo que en la esteta medieval se llamaba
Resplendettia, o sea, esa capacidad de la obra de sobresalir por encima de
nuestra vida común.
Si algo ha perdido cierta zona
del arte contemporáneo es la capacidad de crear ardides para conseguir una obra
redonda, dígase redonda a aquella pieza artística convincente desde todos los
puntos de vista. En el pasado los artistas crearon muchos ardides para sostener
su obra; pensemos en el Sfumato, en el Trompe-l'œil, en la
redención de la luz usando los colores complementarios etc etc. Bien, hoy en día,
donde la obra de arte carece hasta cierto punto de esas técnicas (pensemos en la instalación, el performance
y en la radiografía del pescado en Sagua la Grande) un buen ardid debería
ser la fácil comunicación con el público y a la vez la consistencia de un
mensaje o una sugerencia que nos haga participes de tal descubrimiento. Podría
ser una obra valiosa aquella que nos libere y/o nos envuelva en su halo.
Estaría de más decir que el arte
contemporáneo puede ser fabuloso; he visto grupos musicales que hacen su
creación solamente usando los sonidos que se logran rasgando papeles, y he
visto increíbles performances donde el absurdo o la lógica, habría que ver,
arman un entramado de ideas que resultan fantásticamente geniales. Cabría
preguntarnos qué dirían de esta música y estos performances W. A. Mozart, L. V.Beethoven, Frank Fernández o Miguel Ángel,
Joaquín Sorolla y Leopoldo Romañach? No hace falta la opinión,
el arte es como es y basta, ha sufrido muchos cambios para llegar hasta donde
ha llegado, pero eso sí, necesita el conjuro del pasado, la dosis de genialidad
para poder sostener la obra, y además, esa extraña capacidad de ser asimilada
por todos, pues me resulta sospechosa una obra de arte contemporánea
que necesite de un público altamente calificado para entenderla.
Cuando Gisselle Morales dice que no tiene todas las herramientas para
descifrar una obra (les aseguro que sí
las tiene), nos está diciendo
simplemente que esa obra es indescifrable y por lo tanto, muda; realmente entre
esta y el urinario de Duchamp hay una distancia insalvable.
Recuerdo una fatal instalación
que vi en Oriente, donde todo se resumía en un caldero en medio de la galería
lleno de limonada y el público podía tomar todo el refresco que quisiera; pero
he visto instalaciones memorables, como las de Adonis Flores,
los innegables valores de La tradición
pesa del grupo S/T. Eso nos dice
que hay de todo en la viña del señor.
Cuidado,
pues generalmente se toman de escudo las nuevas corrientes estéticas para que
artistas no especializados en estas disciplinas, nos muestren obras carentes de
recursos. Como dijo una vez Rufo
Caballero: "Más triste que la rancia academia, es una vanguardia
trasnochada".
Estamos carentes de espacios de reflexión
sobre este tema; sería genial que este artículo de Gisselle Morales saliera de las paredes digitales de su Blog,
tristemente limitado a los cubanos por la imposibilidad de acceder a la red de
redes.
La cultura del debate sobre los grandes temas que motivan a hacer y a
consumir el arte contemporáneo, debería ser de todos.
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