Por levantar la piedra que aplasta
nuestro sueño, descubrimos la humedad lacerante.
2 Por sumar un gramo de sapiencia, queremos ser un
todo, una mágica y enorme porción del todo en uno.
3 Esa es la confianza en el orden: Aprenderás, elevarás
tu espíritu y serás bendecido.
4 Pero la pobreza del alma es otro deber, otra
alocución que sabemos hace mucho.
5 Y la humedad sigue al desconsuelo. La ferviente
mirada bajo la piedra nos reprende al musitar: ¿Cómo pudo ser posible? ¿Cuántos
siglos tendremos que esperar para disolvernos?
6 Si ayer sosteníamos con fuerza el azadón, ahora nos
lastima.
7 Por fe fuimos llamados a buscar.
8 Por fe nos salimos del cascajo y llegamos a la piedra
viva.
9 Así, sostenida la humildad y la complacencia, vemos
trepidar los días y las noches, envueltos en la mísera casaca.
10 No somos el hijo de Jacob, no somos la zarza que arde
en la montaña.
11 Cuando sabemos que algo nos faltó, viene la rueda
del molino oprimiendo nuestros cantos,
12 nuestra esperanza de una plaza cerca del podio,
donde alguien declara que todo está creado y el mundo se doblega a nuestros
pies.
13 Pero no hay llamamientos, se calló el vocero del rey
y la plaza está vacía.
14 Hasta cuándo viñedo mío, hasta cuándo estaremos a la
deriva, buscando una nube que nos cubra y la lluvia de otoño que nos dé la paz
prometida para vendimiar con gracia.
15 Hasta cuándo hundiremos el azadón en la garganta del
valle sin encontrar la tierra prometida.
16 Si fuimos dotados de la imparcialidad del alarido,
ahora, por fe, debemos permanecer callados; esperando que otra piedra se
levante.
Vale, pero es que hay que tener tanta, pero tanta fe...........
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