lunes, 16 de diciembre de 2013
lunes, 9 de diciembre de 2013
Sin Palabras
Hoy en la mañana viví una inmensa cola de
cubanos de a pie, en el Banco Popular de Ahorro de la ciudad de Sancti
Spíritus.
Eran las 11:30 de la mañana y sin ninguna
explicación, las puertas del local no habían abierto. La cola crecía y la
multitud exasperada carecía de herramientas suficientes como para alzar una
protesta formal ante tal abuso. Recordé que es lunes (los lunes en mi ciudad,
por un misterio indescifrable, son disfuncionales), entonces me limité a sumar
otro percance a los tantos que se suceden este día.
A las 12:30 de la tarde ya la fila inmensa
de ciudadanos llegaba hasta ese paseo que parece perderse entre las lomas del
Escambray. El sol agobia y la desesperación por realizar una gestión
laboral o cobrar un simple cheque, mínimo y risueño, llega al clímax, cuando
ocurre lo inesperado: camina hasta la puerta del banco uno de los
tantos estudiantes Paquistaníes que hoy llenan nuestros parques y escuelas.
Mira con sorna a la multitud desesperada, extrae de su bolso la tarjeta
magnética VISA y con altanería la introduce en el cajero automático que posa
para la eternidad en las puertas del Banco; seguidamente accede, bajo la
mirada atónita de una veintena de viejecillas y hombres cansados, a su cuenta
bancaria, embolsándose tranquilamente un enorme fajo de billetes en CUC.
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