martes, 24 de septiembre de 2013

Remberto Lamadrid : El último bohemio



Les regalo este trabajo de Maikel Rodríguez, especialista del Consejo Provincial de las Artes Plásticas de Sancti Spíritus. Ya era hora de escribir sobre Remberto Lamadrid.

 Remberto Lamadrid : El último bohemio




Lamadrid ha preferido trocar los falsos relumbres de la gloria por el trabajo de promoción cultural, descubriendo y potenciando la pintura popular espirituana.
De ojos transparentes y nariz mitológica, suelo compararlo con aquellos pintores de domingo que abandonaban el bucólico Montmartre para retratar su musa de turno a orillas del Sena. Lo recuerdo deambulando por el grisáceo corredor del antiguo convento de Los Mercedarios, en los altos del boquete del Coco, donde radicó el primer Taller de Artes Plásticas que tuvo Sancti Spíritus.
Allí, amén de compartir oficio y pitanza con El Monje, solía inclinarse sobre el hombro de los estudiantes para corregir el trazo impreciso con alguna recomendación oportuna, o ajustaba el sempiterno bodegón frente a las mesas de dibujo para que la luz hiriera cuerpos y espacio, desplegando un complicado juego de sombras que solo los discípulos más osados intentaban llevar a la cartulina.
Remberto Lamadrid es viejo y sabio como la esfinge tebana. Maestro de generaciones, graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte en 1965, investigador y pintor naif, los espirituanos aún tenemos la dicha de verlo recorrer las calles donde tantas veces ha imaginado sus girasoles al óleo, o aquellos hongos imposibles, hijos del calor y el aguarrás, que bajo el fiero tabardillo irradian esporas de color al impoluto cuerpo del lienzo.
Rendirle tributo en poco menos de dos cuartillas es casi imposible. ¿Cómo agradecer su constante labor educativa, sus desvelos frente al estoico caballete, la sencillez con que acogió a tantos artífices yayaberos, consagrados hoy, y abrió para ellos las puertas de la belleza? ¿Cómo estrechar desde la tinta y el papel sus manos de árbol añejo, de viajero incansable por los dominios del sueño? ¿Cómo asir su quijotesca figura, si parece brotar de un tiempo donde vida y pintura eran la misma cosa, y pasa a nuestro lado como un fantasma taciturno, llevando consigo los secretos, anhelos o desdichas de aquellos grandes incomprendidos que se embriagaron de ajenjo y libertad en las calles parisinas a principios del siglo pasado?
Ajeno a las confusas dinámicas del mercado de arte, huérfano de grandes exposiciones o catálogos lujosos, Lamadrid ha preferido trocar los falsos relumbres de la gloria por el trabajo de promoción cultural, descubriendo y potenciando la pintura popular espirituana, dando voz a esa plástica muchas veces anónima, casi siempre sincera, que nace del alma y nos llega libre de las imposturas técnicas y conceptuales que impone la academia.
El Lama, como le decimos con cariño y respeto, solo detiene su paso ante un cigarro y una buena taza de café, que degusta con parsimonia, como si en ello le fuera el aliento. Para suerte nuestra, verlo sigue siendo una fiesta innombrable, y abrazarlo, un feliz encuentro con la indeleble pátina de todo lo bueno y lo antiguo que puede albergar nuestra ciudad.
Es él, sin lugar a dudas, nuestro último bohemio: único ejemplar que aún conservamos de esa legendaria raza, casi extinta en la actualidad, capaz de transformar óleos y telas en un deslumbrante mapa del corazón humano.

lunes, 23 de septiembre de 2013

La fe



Por levantar la piedra que aplasta nuestro sueño, descubrimos la humedad lacerante.
2 Por sumar un gramo de sapiencia, queremos ser un todo, una mágica y enorme porción del todo en uno.
3 Esa es la confianza en el orden: Aprenderás, elevarás tu espíritu y serás bendecido.
4 Pero la pobreza del alma es otro deber, otra alocución que sabemos hace mucho.
5 Y la humedad sigue al desconsuelo. La ferviente mirada bajo la piedra nos reprende al musitar: ¿Cómo pudo ser posible? ¿Cuántos siglos tendremos que esperar para disolvernos?
6 Si ayer sosteníamos con fuerza el azadón, ahora nos lastima.
7 Por fe fuimos llamados a buscar.
8 Por fe nos salimos del cascajo y llegamos a la piedra viva.
9 Así, sostenida la humildad y la complacencia, vemos trepidar los días y las noches, envueltos en la mísera casaca.
10 No somos el hijo de Jacob, no somos la zarza que arde en la montaña.
11 Cuando sabemos que algo nos faltó, viene la rueda del molino oprimiendo nuestros cantos,
12 nuestra esperanza de una plaza cerca del podio, donde alguien declara que todo está creado y el mundo se doblega a nuestros pies.
13 Pero no hay llamamientos, se calló el vocero del rey y la plaza está vacía.
14 Hasta cuándo viñedo mío, hasta cuándo estaremos a la deriva, buscando una nube que nos cubra y la lluvia de otoño que nos dé la paz prometida para vendimiar con gracia.
15 Hasta cuándo hundiremos el azadón en la garganta del valle sin encontrar la tierra prometida.
16 Si fuimos dotados de la imparcialidad del alarido, ahora, por fe, debemos permanecer callados; esperando que otra piedra se levante.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Enemas culturales en la ciudad




Cafetería El parque

En la ciudad se ha despertado el interés de la población por un nuevo servicio que oferta el establecimiento gastronómico Cafetería El Parque. Desde hace una semana existe la posibilidad para los clientes de hacerse un enema de café mezclado por el módico precio de 2 pesos en Moneda Nacional. Existen varias ofertas, entre ellas Café Expreso, Café Cortadito y Café Capuchino.

Es una opción más para los amantes del café en cualquier hora del día y de la noche, pues este servicio tiene un horario que cubre hasta la madrugada.

Moisés Suárez, administrador del centro, declara que a pesar del poco público en los primeros días, la afluencia de clientes ha ido en aumento. « Tenemos la esperanza –nos dice- de ofertar en un futuro este servicio con zumo de  plátano, naranja y mandarina, lo que convertirá el lugar sitio de referencia para aquellos que deseen degustar el buen café cubano mezclado con frutos tropicales; además, está en estudio la posibilidad de incluir en la carta enemas de Café Cubita, solo que el precio de esta opción será en Moneda Convertible, aunque se procurará que sea bien económico».
Moisés Suárez, administrador del centro.

«Otra idea que ha dado frutos –continúa Moisés- son las tardes de café literario, en sendas actividades culturales con música, poesía y enemas; opción de mucho interés para los intelectuales y la población en general».

Cristina, la enfermera-gastronómica, confiesa sentirse a gusto en el local. «Toda mi vida -comenta Cristina- trabajé en el Hospital Provincial, y ahora, laborando como expendedora de este servicio en un lugar tan hermoso, me ha traído felicidad; además, aquí puedo conocer gente interesante, escritores y artistas que junto al público general, pueden mostrar su talento musical, pictórico y literario mientras disfrutan de un cálido enema, elaborado con puro café mezclado y diluido en agua previamente hervida; muchos han venido a degustar la nueva oferta, principalmente músicos de la llamada Nueva Trova, actores y algunos escritores de la localidad, los cuales aprovechan el momento para interactuar con los presentes».
Cristina la enfermera.

Tomás Valdés, un trovador reconocido de la ciudad, nos dice que esta oferta es encantadora. «Me gusta ver -asegura- cómo las personas escuchan mis canciones mientras sucede el enema; es una experiencia única cantar con la sensación de limpieza interior. Espero que en algún momento comiencen las lavativas de frutas tropicales, aunque para decir verdad, una de café puro es la perfección».

Marianela Carmenate.
Por ahora el público procede con cautela; algunos todavía no se deciden a probar este nuevo sistema de degustación de la cafeína, pero según la administración, la esperanza de un local colmado, es lo último que se pierde. «Invito a todos los ciudadanos a pasar un momento de increíble calma y espontaneidad –dice Marianela Carmenate, jovencita asidua al centro gastronómico- aquí podrán sentirse como en familia, escuchar buena música y buena literatura, mientras sientes el rico café mezclado limpiando tu cuerpo».

lunes, 9 de septiembre de 2013

Profesión



Temprano en la mañana el sonido del tren despierta a la ciudad. Primero es el silbido desde los arrabales, avisando a la estación su próxima llegada; después sucede un ruido sordo, como un ejército de tanques de guerra que se acerca.
Yo estoy  levantado. Me gusta ver como la calle, desierta en la mañana, va saliendo del letargo. Comienza el día con los vendedores, los policías, y el sol como una pelota de fútbol subiendo por el horizonte rojo y amenazante, anunciando como el tren, su llegada a la ciudad.
Siempre he tenido poca disposición para el trabajo, aunque mis manos duras y los dedos ásperos muestren lo contrario. Los días se van sin mucho esfuerzo físico, mirando como se despierta la ciudad,  viendo a las mujeres presumidas caminar bajo el sol y resolverle sus problemas.
Mis padres quisieron que estudiara medicina, pero soy alérgico a la sangre; cuando veo un charco rojo mis nervios se alteran y cierro los ojos para no imaginarme que me están desangrando en medio de la plaza mayor.
Terminé mi adolescencia sin estudiar. Cuando mi madre me ofendía diciéndome que era un vago, con lágrimas en los ojos, yo bajaba la vista y pensaba que algún día algo bueno pasaría con mi vida.
Mi padre fue un prisionero de las tropas de la UNITA; estuvo varios meses entre la vida y la muerte, hasta que en una batalla lograron rescatarlo y lo enviaron a Cuba como un héroe. Así vivimos de la fama por mucho tiempo. Una noche se marchó a La Habana para resolver problemas de trabajo, dijo él. Nunca regresó. Ese día el silbato del tren me dijo que algo no andaba bien. Mi padre se despidió con soltura, me puso entre las manos quinientos pesos y me pidió que cuidara a mi madre. Cuando el tren se perdió entre los arbustos, miré hacia atrás y ella estaba en medio de la línea, sola y cabizbaja.
Regresamos a casa a esperar los acontecimientos. Fue en ese instante cuando comencé a esperar el sonido del tren. Pero un día nos enteramos que mi padre se había marchado ilegal para los Estados Unidos.
Mi madre y yo nos miramos con perplejidad. Ella entró en el cuarto y encendió la radio; así estuvo muchos días, sintonizando estaciones extrañas, buscando noticias en otros idiomas sin entender nada de lo que hablaban. Ya no éramos héroes. En mi escuela los profesores me observaban con severidad, y mi vieja tuvo que trabajar duro en un restaurante para poder alimentarnos.
A veces, cuando el silbido entra a mi cuarto, me parece que viene de un tren inmenso que se pasea por las líneas de Estados Unidos, cargado de negros y putas, con mi padre entre ellos tratando de buscar pelea en cualquier momento.
Lo esperamos muchos años. Yo dejé la escuela y comencé a trabajar de ayudante de mecánico en un taller muy lejos de la casa.
Cuando la vieja murió, sola y con dureza en el rostro, volví a escuchar el maldito silbido. Casi amanecía y un silencio demasiado convincente inundaba la casa; pero nadie puede creerme que cuando el tren avisó su llegada, yo supe que algo estaba pasando. Pocos fueron al funeral. Mis tíos de Santa Clara me acariciaron, prometiendo que me ayudarían a seguir luchando. Nunca más los vi.
Ahora vendo dinero en la misma puerta de la estación de trenes. Muchas veces tengo que esconderme, pues me han hecho varias advertencias, amenazándome con enviarme a prisión si no me integro a un centro de trabajo.
Otros vendedores me dicen que hay lugares menos peligrosos en la ciudad, pues la estación siempre está plagada de policías y chivatos; pero yo no cedo mi espacio; aquí tengo algunos dineros para subsistir, me divierto al ver la gente que va y viene cargada con equipajes extraños, y tengo el maldito tren. Doy veinticinco silbidos por uno distinto, que me traiga buenas nuevas, porque cada vez que la locomotora se anuncia en la lejanía, me reviso los bolsillos, me palpo el cuerpo con mis duras manos para ver si estoy sangrando, y miro asustado a mi alrededor, porque sé que nada bueno me sucederá.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Desaparecen tres escritores en la villa



Justo el día de un gran recital de poesía en la ciudad, tres poetas han desaparecido sin dejar rastro. Ha sido un hecho insólito en la historia local.
Muchos colmaron la sala del teatro hasta bien tarde en la noche, esperando la aparición de los tres literatos en la velada cultural del pueblo,  pero fue en vano. Después de dos días ha sonado la alarma entre los ciudadanos.
 Genaro Rodríguez:
La ciudad no se resigna a perderlos.
El señor Genaro Rodríguez, director de Cultura, conversó con los desaparecidos justo en la preparación del evento artístico, horas antes de la desaparición; recuerda que Poeta 3 bebía unos tragos en los portales de la casa de Poeta 2, mientras Poeta 1 preparaba un extraño bolso de viaje cargado  de libros viejos para regalar en el recital. Poeta 3 reía a carcajadas y obviaba los insultos de su novia, también ebria, y la esposa de Poeta 2 llamaba al orden.
«Nunca ha sucedido algo así,  nuestra ciudad no se resigna a perder a nuestros talentos», comentó Genaro.

Felicita, la esposa de Poeta 2, dice que ellos estaban preparando algo raro. «Recuerdo –nos dice-  que minutos antes de desaparecer, Poeta 1 y Poeta 3 le dijeron a mi esposo que me diera un gran beso, y así lo hizo, solo que no entendí en ese momento de qué iba todo. Simplemente cerraron la  puerta del cuarto de estudio de mi esposo y luego vino un silencio. Pasaron las horas y todos creíamos que estarían allí, hablando de literatura o bebiendo, pero la preocupación aumentó al ver que llegaba el momento de comenzar el recital; entonces llamamos a la puerta y nadie contestó. Pasada esa noche, entre el ir y venir de vecinos, amigos intelectuales y familiares, decidimos echar la puerta abajo ya al amanecer,  y cuán grande fue la sorpresa al ver la habitación vacía.
Felicita, esposa de Poeta 2, espera preocupada.
Felicita nos muestra el salón de estudio de Poeta 2. «Yo no acabo de entender, –comenta- estoy consternada, pues mi marido nunca ha sido un hombre problemático, no en este sentido de perderse con amigos. Su única afición era escuchar hasta bien tarde los Nocturnos de Chopin y hablar mal, a escondidas, de Poeta 1 y Poeta 3. Aunque desde hace un tiempo la relación de ellos se hizo más estrecha, él siempre decía que estos dos jóvenes eran miserias literarias, con poco conocimiento e ínfimo talento para escribir».

Martica, la novia de Poeta 3 dice que no sabe nada, solo sospecha que este tiene una relación amorosa con una mujer alcohólica de la ciudad de Trinidad, pero no sabe por qué Poeta 1 y Poeta 2 también han desaparecido, pues ella está convencida que ninguno de los dos hubiese admitido el desliz de su novio. También confiesa que la amistad de estos tres escritores nunca fue tan grande como piensan: «Recuerdo las noches de desvelo en mi cuarto –dice - cuando Poeta 3 escribía largos tratados en contra de Poeta 1 y Poeta 2; decía que eran malísimos escritores, y además, poco confiables como personas. Yo no le hice mucho caso, pues a pesar de sus escritos y sus encontronazos, siempre se les veía juntos. Solo han dejado una foto confusa y extraña. Se llevaron todos los poemas y cartas, incluso aquellas que me enviaba Poeta 3 cuando éramos solo amigos».


Martica, novia de Poeta 3

 Concha, trabajadora de la Casa de la Cultura, dice que ha tenido por años una excelente relación con los tres escritores, sobre todo con Poeta 2, que siempre ha sido su buen amigo y consejero.
«Es un hombre -opina Concha-  amable, culto e integrado;  me da los buenos días y da gracias por cualquier atención, cosa rara hoy. Poeta 3 es más simpático y le gusta el trago, habla más alto y fuma demasiado. Poeta 1 es callado y también fuma, está integrado a las organizaciones de masa y se rasca los genitales en público, cosa que le ha costado severas reprimendas de Poeta 2, pero es también un buen muchacho».
«El único momento difícil que yo recuerde, -dice Concha- fue aquella gran discusión, en un taller literario, donde salió a flote una carta que Poeta 1 envió a distintas editoriales del país, en la que decía que Poeta 2 era un farsante, que sus clases de literatura eran un fracaso y que su obra no merecía ser publicada; además, que esa sórdida relación con un alcohólico como era Poeta 3, traería mala reputación a la Casa de la Cultura.

Para algunas cosas los tres eran inútiles, claro, para esas cosas prácticas de la vida como ordenar las sillas de la Casa de la Cultura, reparar la instalación eléctrica del edificio o hacer la cola en la tienda cuando viene la cuota, pero en general eran excelentes ciudadanos. No sabemos qué ha pasado; les preparamos a los tres un tremendo recital de sus poemas, y habíamos conseguido varias botellas de ron, a pedido de Poeta 3. Todo estaba listo, vino muchísimo público a verlos, pero mire usted qué raro, algo extraño tiene que haber sucedido».
Concha:

Eran excelentes compañeros, los extrañamos mucho.

El parque central es el sitio de encuentros; una veintena de personas esperan las noticias de los desaparecidos.
Poeta 1 y Poeta 3 eran conocidos en los espacios públicos del pueblo. Poeta 1 pensó siempre en ser líder de una banda de Jazz; estudió idioma Polaco en la Facultad de Lenguas Extranjeras en La Habana, fue miembro en la capital de varios proyectos de creación poética, actividad que se vio premiada con la publicación del poemario El Retorno del Séptimo. Hace una década regresó a la villa, lugar donde ha escrito varios cuadernos y ha impartido charlas de Poesía Polaca Contemporánea en la Casa de la Cultura.
Poeta 3 estudió percusión en la escuela elemental de música. Conformó, junto a Poeta 1, una pequeña banda de Jazz con la cual daba sendos conciertos en varios lugares públicos, incluida la casa de la Cultura. En los últimos años su dependencia del alcohol se hizo evidente; esto trajo la disolución de la banda, aunque la amistad con Poeta 1 no sufrió trauma. Era común verlos, junto a Martica, todas las tardes sentados en el pequeño malecón, a la vera del río, hablando de literatura y tomando aguardiente Santero. Publicó los libros Látigos de la Noche y Confesiones en Rondó.

Poeta 2 nació en Encrucijada y deshizo muchos caminos para llegar a nuestra ciudad y ser el profesor de muchos escritores jóvenes, incluidos los Poetas 1 y Poeta 2, por los cuales llego a tener sincera devoción, aunque sabemos que la relación entre ellos tuvo sus altas y bajas.
Fue sacerdote Católico Liberal en Zulueta, provincia de Villa Clara. Después de obtener por correspondencia un título de Maestro de Literatura Esotérica, expedido por la Hermandad del Loto, en Maryland, Estados Unidos, se dedicó a enseñar Poesía Comparada, obteniendo una  plaza de asesor de Literatura en la Casa de la Cultura de la ciudad. Publicó ensayos literarios en diversas revistas especializadas del país y el poemario Cadenas Cartesianas.

El mundo intelectual de la ciudad está en vigilia. Nadie sabe con certeza qué ocurrió en el salón de estudio de la casa de Poeta 2. No hay señales para poder seguir un cauce. Definitivamente una salida literaria deberá ser el final, pero es pura especulación, pues podría suceder cualquier cosa en este mundo, y nosotros, simples mortales, no alcanzamos a ver ni un ápice de la realidad.

Única foto encontrada de los poetas desaparecidos.

Tenemos miedo. Nacemos con el ancestral miedo a la muerte, a la noche, a la separación; y no entendemos todavía cuando el reloj suena a deshora o cuando unos escritores pierden el camino de regreso.