lunes, 23 de septiembre de 2013

La fe



Por levantar la piedra que aplasta nuestro sueño, descubrimos la humedad lacerante.
2 Por sumar un gramo de sapiencia, queremos ser un todo, una mágica y enorme porción del todo en uno.
3 Esa es la confianza en el orden: Aprenderás, elevarás tu espíritu y serás bendecido.
4 Pero la pobreza del alma es otro deber, otra alocución que sabemos hace mucho.
5 Y la humedad sigue al desconsuelo. La ferviente mirada bajo la piedra nos reprende al musitar: ¿Cómo pudo ser posible? ¿Cuántos siglos tendremos que esperar para disolvernos?
6 Si ayer sosteníamos con fuerza el azadón, ahora nos lastima.
7 Por fe fuimos llamados a buscar.
8 Por fe nos salimos del cascajo y llegamos a la piedra viva.
9 Así, sostenida la humildad y la complacencia, vemos trepidar los días y las noches, envueltos en la mísera casaca.
10 No somos el hijo de Jacob, no somos la zarza que arde en la montaña.
11 Cuando sabemos que algo nos faltó, viene la rueda del molino oprimiendo nuestros cantos,
12 nuestra esperanza de una plaza cerca del podio, donde alguien declara que todo está creado y el mundo se doblega a nuestros pies.
13 Pero no hay llamamientos, se calló el vocero del rey y la plaza está vacía.
14 Hasta cuándo viñedo mío, hasta cuándo estaremos a la deriva, buscando una nube que nos cubra y la lluvia de otoño que nos dé la paz prometida para vendimiar con gracia.
15 Hasta cuándo hundiremos el azadón en la garganta del valle sin encontrar la tierra prometida.
16 Si fuimos dotados de la imparcialidad del alarido, ahora, por fe, debemos permanecer callados; esperando que otra piedra se levante.

1 comentario:

  1. Vale, pero es que hay que tener tanta, pero tanta fe...........

    ResponderEliminar