
Todos asombrados se preguntan cómo es posible. Los más creativos aseguran que es parte de una campaña publicitaria para lanzar al mercado algún producto de Swarovski, Gucci o un nuevo bolso de Louis Vuitton.
La multitud crece frente al rumiante. Los niños piden a sus padres una foto junto a ella. Hombres y mujeres decentes, admiran la decisión de mostrar un animal en perfecto estado de salud junto a productos de alta calidad.
Los ecologistas se preocupan, no saben discernir por donde viene la embestida de la gran máquina de consumo; ya está el vocero preparado para lanzar una nota de protesta y enjuiciar a la empresa millonaria que montó la escena.
Allí está la vaca luciéndose entre la rancia sociedad. También está asombrada; solo ve largos espejos, luces de colores y grandes extensiones de telas, bolsos y material insípido.
Esto es inexplicable, piensa y muge, mientras se menea con gracia para darle velocidad al rabo, que inútilmente busca alguna mosca en el salón.
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