Han pasado más de treinta
años de aquellos terribles e improductivos días del Servicio Militar. Mi amigo y
compañero de penurias, Josué, no recuerdo ya su apellido, fue encerrado en el
calabozo de la mugrienta unidad por un mes, y además, obtuvo la sanción de
estar un año sin derecho a licencias o vacaciones. El delito era poseer entre
sus bártulos una revista promocional
dedicada especialmente a la obra de los Rolling Stones.
Nos maravillábamos al ver
por primera vez una página completa y en colores con aquellas fotos de la banda
en pleno concierto o Mick Jagger
sentado en un inmenso sofá junto a Keith
Richards y Charlie Watts.
Era el año 79. Una foto de
los Rolling Stones, Los Beatles o cualquier otra estrella
de la música Anglosajona, era una dádiva del cielo, y nuestro amigo Josué, que
poseía los contactos familiares para tener toda la información sobre la música Rock, era el gurú que nos traía desde
Luyanó todos los meses, parte de su colección de revistas y fotos de cuanto
rockero aparecía en la palestra.
Pero el teniente Perera (que sí me acuerdo de su
apellido) rompió el cordón informativo de cuanto sucedía en la escena musical
del mundo, castigando a nuestro amigo, acusándolo de aquella condición humana
que servía de marca para toda la vida: Diversionismo
Ideológico.
Después de licenciarnos del ejército
nunca más supe Josué.El viernes 25, en el fantástico concierto de los Rolling Stones en La Habana lo recordé
con cariño y gratitud. Quiero creer que estaba allí, cerca de mí, bailando y
cantando Satisfaction. Quiero pensar
que estaba allí, de visita porque seguramente partió hacia otras tierras y vino
a disfrutar de los Stones porque él también recuerda al Teniente Perera y el frio calabozo. Seguramente
lo vi, juro que lo vi encarnado en cualquiera de los miles de cincuentones que
aplaudían con lágrimas en los ojos, asombrados de tanta luz.
Un vecino me preguntó hoy:
¿Pero son tan importante esos viejos peludos que se han adueñado de las
noticias en la TV?
Si analizamos el arte de la
forma más pragmática podemos decir que no, que no son tan importantes como un
científico que descubre la cura para el Cáncer o un maestro que nos enseña a
leer; si lo vemos así, el arte no sirve para nada; pero el arte no es solamente
la obra creada, es también la reacción del consumidor, los efectos que consigue
por dentro de nosotros, los recuerdos que activa, los deseos de libertad y la
catarsis de encontrarla en una canción que fue nuestro himno en la
adolescencia.
Allí estaba Josué, y nos
miramos desde lejos y nos reímos de lo lindo, tatareando Angie bien adentro, recordando las noviecitas de ayer.
Y hay más: Bailar ante todos,
darnos la mano en plena calle junto a muchos amigos haciendo la rueda, como en un
santuario Hippie, y comulgar con los
sueños que siempre estuvieron allí, pero medianamente clausurados.
El teniente Perera debe ser
un viejito retirado. Seguramente ha visto las noticias en la Televisión, pero
no recuerda, no recuerda nada, pues para él Rolling Stones es algo muy
abstracto.
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