Los humanos somos protocolares; enterramos con solemnidad a nuestros muertos, nos casamos y juramos amor eterno, prometemos con la mano derecha sobre el corazón, y celebramos el giro completo de la tierra alrededor del sol. Celebramos la Navidad, y la asumimos como tiempo de fraternidad y cosecha de amor por estar vivos.
Cientos de poetas han dedicado textos hermosos a la Navidad y al fin de año. No podríamos (o sí) agrupar tanta letra sobre el tema; pero aquí hay un grupo valioso de cantores que, con espiritualidad y mística unos, y con la jocosidad en un tiempo difícil otros, ha asumido ambas fechas con todo el talento.
Feliz año 2025, esperando que sea un año redentor para los que sufren, y un tiempo de paz para todos.
═───────◇───────═
Rudyard Kipling
(Bombay 1865-Londres 1936)
1
He decidido que durante todo el año
aparcaré mis vicios en el estante.
Seguiré un camino más piadoso y sobrio
y amaré a mis vecinos como a mí mismo,
excepto los dos o tres de siempre
a los que detesto tanto como ellos me odian.
2
He decidido que jugar a los naipes es malo,
sobre todo con cartas como las que me suelen tocar.
Puede desplumar una cuenta bancaria sana,
así que renuncio a estos placeres terrenales
excepto —y aquí no veo pecado alguno—
cuando otros reclamen ‘mi presencia’.
3
He decidido que votos como estos, aunque
formulados con ligereza, son difíciles de mantener.
Por tanto los acometeré poco a poco,
no sea que mis recaídas acaben por hundirme.
Un voto al año me sacará del paso.
═───────◇───────═
James Joyce
(Dublín 1882-Zürich 1941)
Ahora, ay ahora, por esta tierra parda.
Ahora, ay ahora, por esta tierra parda...
Ahora, ay ahora, por esta tierra parda
Donde el amor compuso música tan melodiosa
Los dos deambularemos cogidos de la mano,
Tolerantes en honor de una antigua amistad
Sin afligirnos porque nuestro amor fuera alegre
Y ahora tenga así que terminar.
Un pícaro ataviado de rojo y amarillo
Golpea y golpea un árbol
Y en derredor de nuestra soledad
La brisa silba con jovialidad.
Las hojas... no suspiran lo más mínimo
Cuando el año las arrebata en otoño.
¡Ahora, ay ahora ya no escucharemos más
Ni el villancico ni el rondó!
No obstante nos besaremos, mi amor,
Antes del triste adiós al declinar el día.
No te aflijas, corazón, por nada...
El año, el año ya se acaba.
═───────◇───────═
Juan Ramón Jiménez
(Moguer 1881-San Juan 1958)
Poema de Navidad
Jesús, el dulce, viene…
Las noches huelen a romero…
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!
Palacios, catedrales,
tienden la luz de sus cristales
insomnes en la sombra dura y fría…
Mas la celeste melodía
suena fuera…
Celeste primavera
que la nieve, al pasar, blanda, deshace,
y deja atrás eterna calma…
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!
═───────◇───────═
Rafael Alberti
(Puerto de Santa María 1902-Puerto de Santa María 1999)
Navidad
I
—Un portal.
—No lo tenemos.
—Por una noche.
—¿Quién eres?
—La Virgen.
—¿La Virgen tú,
tan cubierta de nieve?
—Sí.
II
La mejor casa, Señora,
la mejor,
si sois la Madre de Dios.
Que tenga la mejor cama,
Señora,
la mejor,
si sois la Madre de Dios.
¡Abran los portales, abran!
¡Pronto,
por favor,
que está la Madre de Dios!
III
—¡Sin dinero, Buen Amor!
¡Y tu padre carpintero!
¿Cómo vivir sin dinero?
—¡Vendedor,
que se muere mi alba en flor!
¡Sin pañales mi lucero!
¡Y sin manta abrigadora,
temblando tu Buen Amor!
¡Vendedora,
que se muere mi alba en flor!
═───────◇───────═
Octavio Paz
(Ciudad de México 1914-Ciudad de México 1998)
Primero de enero
Las puertas del año se abren,
como las del lenguaje,
hacia lo desconocido.
Anoche me dijiste:
mañana
habrá que trazar unos signos,
dibujar un paisaje, tejer una trama
sobre la doble página
del papel y del día.
Mañana habrá que inventar,
de nuevo,
la realidad de este mundo.
Ya tarde abrí los ojos.
Por el segundo de un segundo
sentí lo que el azteca,
acechando
desde el peñón del promontorio,
por las rendijas de los horizontes,
el incierto regreso del tiempo.
No, el año había regresado.
Llenaba todo el cuarto
y casi lo palpaban mis miradas.
El tiempo, sin nuestra ayuda,
había puesto,
en un orden idéntico al de ayer,
casas en la calle vacía,
nieve sobre las casas,
silencio sobre la nieve.
Tú estabas a mi lado,
aún dormida.
El día te había inventado
pero tú no aceptabas todavía
tu invención en este día.
Quizá tampoco la mía.
Tú estabas en otro día.
Estabas a mi lado
y yo te veía, como nieve,
dormida entre las apariencias.
El tiempo sin nuestra ayuda,
inventa casas, calles, árboles,
mujeres dormidas.
Cuando abras los ojos
caminaremos, de nuevo,
entre las horas y sus invenciones
y al demorarnos en las apariencias
daremos fe del tiempo y sus conjugaciones.
Abriremos las puertas de este día,
entraremos en lo desconocido.
═───────◇───────═
Jorge Luís Borges
(Buenos Aires 1899-Ginebra 1986)
Final del Año
Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares,
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.
═───────◇───────═
Gabriela Mistral
(Vicuña 1889-Nueva York 1957)
Romance de Nochebuena
Vamos a buscar
dónde nació el Niño:
nació en todo el mundo,
ciudades, caminos…
Tal vez caminando
lo hallemos dormido
en la era más alta
debajo del trigo…
O está en estas horas
llorando caidito
en la mancha espesa
de un montón de lirios.
A Belén nos vamos.
Jesús no ha querido
estar derramado
por campo y caminos.
Su madre es María,
pero ha consentido
que esta noche todos
le mezan al Niño.
Lo tiene Lucía,
lo mece Francisco
y mama en el pecho
de Juana, suavísimo.
Vamos a buscarlo
por estos caminos.
¡Todos en pastores
somos convertidos!
Gritando la nueva
los cerros subimos
¡y vivo parece
de gente el camino!
Jesús ha llegado
y todos dormimos
esta noche sobre
su pecho ceñidos.
═───────◇───────═
Virgilio Piñera
(Cárdenas 1912-La Habana 1979)
Pequeño poema de navidad
¿Naciste ya, Señor?
¿O esperas la señal
del dolor para venir al mundo?
Tu cuerpo, sin mundo todavía,
¿se estremece y se dobla como el dolor del hombre?
¿Naciste ya, Señor?
¿Eres humano y triste?
Tú, Señor, jadeante y perruno
chocas las paredes
del templo de tu padre.
Y tú, Señor, también
a tu padre le pides
la venida a la tierra de un salvador del mundo.
═───────◇───────═
Fina García Marruz
(La Habana 1923-La Habana 2022)
Nacimiento
¡Oh pardos tonos de tu mansedumbre,
árboles pardos en la tarde parda,
echando al alma quieta las vislumbres
de un sacro umbral de oro y esmeralda!
¡Sombra de Dios; color de lo que tarda,
qué familia convocas con tu lumbre
que en torno a tu pesebre se levantan
árboles como lentas certidumbres!
Sombra de Dios, color de lo que pesa.
Como un pueblo de oro se despierta
de una cítara, siento tu pobreza
sobre los bueyes pardos, sobre el día,
tan bella, que allí quiero quedar muerta,
pues tu sombra es, mi Dios, ya la Alegría.
═───────◇───────═
Ángel Gaztelu
(Puente de la Reina 1914-Miami 2003)
De cómo el silencio fue sonoro la noche del nacimiento
Era el silencio por la noche plena
al filo del feliz alumbramiento,
como rabel que de afinado suena
al menor y sutil tacto del viento.
Velaba su Rocío la Azucena
pesando en su cogollo el firmamento;
y a su peso la nieve, ya serena,
doblaba su candor y cielo atento.
Destellando extremadamente bella,
asombrando la esfera en manso vuelo
caía al suelo la mejor estrella.
Resuelto en lenguas de alta plata el hielo,
era rabel de amor por la Doncella,
que adormecía en su regazo cielo.
═───────◇───────═
Sylvia Plath
(Boston 1932-Londres 1963)
Año nuevo en Dartmoor
En esto consiste la novedad: cada pequeño y ordinario
obstáculo envuelto en cristal, extraño,
centelleando y tintineando con falsete de santo. Pero tú
no sabes cómo interpretar este repentino terreno resbaladizo,
esta pendiente ciega, blanca, espantosa, inaccesible.
No hay manera de aprehenderlo con las palabras que conoces.
De levantarse ni en elefante, ni sobre ruedas, ni a pie.
Sólo hemos venido a mirar. Tú eres aún muy nueva
como para querer el mundo en un sombrero de cristal.
═───────◇───────═
Reina María Rodríguez
(La Habana 1952)
Ya es Navidad, ya es Navidad
I
Venden una guirnalda
que no ilumina nada,
y suenan tiros con fulminante
mojado:
súbita muerte en la colina.
Soy la leona que custodia
otro árbol podado.
Aquel era para Navidad,
pero alguien sin querer lo cortó
en anticipo.
No habrá confetis
sobre nuestras cabezas,
querido Denys F.H:
rondando la hojarasca
ramas partidas,
fantasmas,
y alborozo mezquino
es lo que habrá quedado.
¿Y cómo hacer para soportar
el invierno?
¿Y cómo rugir como leona?
Se soporta y se sigue, lo sé.
II
Pongo el disco rojo
en el viejo Motorola portátil,
y los animales se aparean
frente al dios elefante.
Hemos construido esta granja
con anaqueles frágiles
donde cada travesaño finge
venirse abajo,
y sale del humo el fracaso,
la desesperación.
Tuve un amigo que perdió
a su contadora de cuentos,
donde había una tumba
custodiada por leopardos.
Tuve un amigo en la colina que se divisa
desde todas partes.
Vendrá esta vulgar Navidad,
y luego, otra,
pero ya no habrá nadie esperando
su canto bajo el árbol.
═───────◇───────═
Raúl Herrera
(Remedios 1952)
El cerdo de fin de año
El animal está huraño
con él no va a haber quien cene
pues con el precio que tiene
a la gente le hace daño.
Yo veré este fin de año
a qué plato fuerte muerdo.
Y conociendo que el cerdo
es un sueño muy remoto
le voy a hacer una foto
para tener un recuerdo.
Nunca más intentaré
comerlo, porque un pernil
está costando tres mil
o cuatro mil cup.
El que millonario esté
y vaya a comprarlo entero
puede con ese dinero
que va en el cerdo a gastarse
con su familia pasarse
dos meses en un crucero.
Con la cruda realidad
de este problema me asusto
porque causará un disgusto
su ausencia en la Navidad.
Y ante la dificultad
de acceder a carne y grasa
quien no lo cría en su casa
en un cepo de cabillas
más nunca come costillas
ni un chicharrón ni una masa.
Pero no me vuelvo loco
aunque sé que el 31
no voy a comer ninguno
ni el 24 tampoco.
Ese animal ni lo evoco
es una carne caduca
y en unión a mi viejuca
cuando llegue el año nuevo
le meto el cuchillo a un huevo
y me lo como con yuca.
═───────◇───────═
Luis García Montero
(Granada 1958)
En cualquier invierno se esconde un calor hecho a nuestra medida
Ya no nieva. La noche
descansa en la blancura de unas sábanas
con forma de ciudad.
Detrás de la ventana no estoy solo.
Tengo algunos tejados, esquinas luminosas,
y pasan caminantes
con prisa y muchas bolsas de regalo
en busca de una cena familiar.
A la luz de la noche
parpadea la nieve. Parpadea
la pantalla del móvil. Feliz año,
que tus sueños se cumplan,
justicia para el mundo
la dirección del banco saluda a sus clientes...
Parpadean mensajes y navegan
con sus breves deseos
en esta religión de la distancia.
Que se acabe la crisis,
república, salud y el amor de los tuyos,
mañana no será lo que Dios quiera,
este año es el nuestro y es valiente,
atreverse a nacer con la que está cayendo,
hoy me acuerdo de ti.
Parpadea la vida, los años parpadean,
las historias, papeles en el viento,
desarraigados árboles que pasan
en el viento que pasa
como pasan las hojas y la nieve.
El náufrago perdido en una isla
procura dar señales con el humo
de una hoguera, o arroja
una botella al mar.
En medio de la nada,
mientras las olas llegan como números a una orilla electrónica,
también me acerco al mar y envío mis mensajes.
Con la barba crecida
y la camisa rota,
descalzo por la arena de una isla,
súbdito de mi caza, de mi pesca y mi red,
nada digo a los otros
si no es que estoy aquí,
que sigo naufragado en un lugar del mundo
y que marco los días
en el tronco de un árbol,
para que no se olviden,
desarraigados días que pasan con el viento,
con el viento que insiste y que murmura
deberías hablar,
deberíais hablar
porque en cualquier invierno
hay un calor decente
hecho a vuestra medida.
═───────◇───────═
Arístides Vega Chapú
(Santa Clara 1962)
Navidad
He visto un árbol tan iluminado
que sobre el se estacionó un cielo
pleno de estrellas.
No tuve dudas, bajo su sombra,
encontrar un pesebre,
sin niño aún,
contemplado por pastores,
frágiles animales de yeso.
He visto la nieve de algodón
atravesar la bruma,
levedad con que el carbón extrae los olores
de las carnes doradas.
La mesa servida espléndidamente
y la familia degustando de las doce uvas
apenas escucharon doce campanadas.
He visto regalos y el humo llevar al cielo
el suculento olor del asado.
Es navidad, he escuchado al roce de las copas
con vinos que añejaron al paso de varios años.
Es navidad y se besan
como si el niño que ahora colocan en el pesebre
fuera de todos.
═───────◇───────═
Antonio José Ponte
(Matanzas 1964)
En diciembre, viendo volar
En diciembre, viendo volar los fuegos de artificio
pienso en el tiempo.
Un año no comienza en esta noche
hecha para que algunos se abracen y rían,
sino en la calma mañana de mi cumpleaños.
Esta noche tan clara para los augurios
no cambiará mi suerte.
Puedo olvidarme de tocar madera,
hasta volcar la sal podría,
no cambiará mi suerte para nada.
¿Qué nos hace creer que en diciembre
termina una suerte y empieza otra?
¿Y para qué brindamos
deseándonos nuevos destinos?
Amarga es la madera de mi ventana
y pongo allí la frente.
Quiero que pase el tiempo como en las películas.
Ya dije amor y me he quedado solo,
he dicho tiempo
seguro de que todo lo arrastraba.
Voy a seguir contando las cosas que no fueron,
lo que se echó a perder por algunas palabras,
el dolor que nos dejan las despedidas.
═───────◇───────═
Juan Carlos Recio
(Camajuaní 1968)
Esta es tu firmeza
A veces todos nuestros pensamientos se desconocen
Led Zeppelin
Pude ser drogadicto o carnicero
trabajar para la mafia
cometí el error de ser cínico
con la verdad depositarla
sobre la caja fuerte de mis huesos;
no regalo elogios ni cobro por alhajas
si digo como pienso
ya vendrá el que mancille
con los mangos bajos
sobre la rama que no es dorada
a que intente o lo deje
moderarme a sus niveles.
Una vez me quité los audífonos
Zeppelin se rajaba en su voz
y no hubo buenos términos
nadie perdona que lo ignoren
ni siquiera quien ha jurado
el amor eterno sin venganzas.
Pude escoger el silencio
el de los otros es tan ruidoso
que no me dan las ganas de callar
tengo mis pies en el tren que marcha
mi vida es un andén
por donde no pasa el viaje de tu vida
y cuando sales no hay retorno.
Dicen que el karma de estos tiempos
ya no se disfraza ni en navidad
y que a tu lado se sienta
lo mismo el pordiosero que el maquinista
me interesa saber adónde voy
la persona sentada próxima
no sé si saltará por la ventana
lo he hecho toda mi vida como práctica
algunas veces fui
el que se puso la soga al cuello
otras me aseguré de no fallar
he viajado con otras pestilencias
de la que emana de los cobardes
ellos solo pasan el riel sin equilibrio.
Sabes, no seré hechizado
por la navaja de una nación
que prefirió la muerte que al árbol de la vida
y nunca ha adornado una casa
con las luces que a lo lejos
se van quedando sin un horizonte fijo
mientras el humo de los huesos
son panteones de hongos
por alguna mente perversa
ni carne que puedan devorar
esos tigres de tela
que se arrancan sus pañuelos
a cada quien no le dan ya una despedida
y los finales de año no celebran
ni un carnaval o un nacimiento.
De hecho, a ti los senos te cuelgan
como en un andén donde ya no es por etapas
ni esperan otra estación que los cultiva.
Cuando me toque hundir el cuchillo
lo que traspase no será fantasma
nunca alzo el blanco de los ojos
miro de frente sin adornar una promesa
y no me gusta llorar
cuando estás al alcance del tiro al blanco.
Yanetsy Pino Reina
(Sancti Spíritus 1977)
Nacimiento
El año viejo abraza al nuevo
y su sombra retorcida toca a la puerta.
Los goznes y la madera quejumbrosa chillan.
Algo les hace temblar.
Una mueca de angustia abre
y del otro lado un gato muerto
se levanta
va hacia el árbol prohibido.
La sombra lo acaricia y toma una manzana.
Ve cómo brillan los ojos del gato
y muerde el fruto.
El árbol prohibido se ilumina.
La sombra y el gato se desvanecen.
El año nuevo sonríe
y de su sombra retorcida
empieza a nacer el mundo.