martes, 31 de diciembre de 2024

Poemas de Navidad y Año Nuevo

 

"El Nacimiento de Jesús". Giotto Di Bondone. (Florencia 1267-1337)

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Los humanos somos protocolares; enterramos con solemnidad a nuestros muertos, nos casamos y juramos amor eterno, prometemos con la mano derecha sobre el corazón, y celebramos el giro completo de la tierra alrededor del sol. Celebramos la Navidad, y la asumimos como tiempo de fraternidad y cosecha de amor por estar vivos.

Cientos de poetas han dedicado textos hermosos a la Navidad y al fin de año. No podríamos (o sí) agrupar tanta letra sobre el tema; pero aquí hay un grupo valioso de cantores que, con espiritualidad y mística unos, y con la jocosidad en un tiempo difícil otros, ha asumido ambas fechas con todo el talento.

Feliz año 2025, esperando que sea un año redentor para los que sufren, y un tiempo de paz para todos.

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Rudyard Kipling

(Bombay 1865-Londres 1936)

1

He decidido que durante todo el año

aparcaré mis vicios en el estante.

Seguiré un camino más piadoso y sobrio

y amaré a mis vecinos como a mí mismo,

excepto los dos o tres de siempre

a los que detesto tanto como ellos me odian.

2

He decidido que jugar a los naipes es malo,

sobre todo con cartas como las que me suelen tocar.

Puede desplumar una cuenta bancaria sana,

así que renuncio a estos placeres terrenales

excepto —y aquí no veo pecado alguno—

cuando otros reclamen ‘mi presencia’.

3

He decidido que votos como estos, aunque

formulados con ligereza, son difíciles de mantener.

Por tanto los acometeré poco a poco,

no sea que mis recaídas acaben por hundirme.

Un voto al año me sacará del paso.

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James Joyce

(Dublín 1882-Zürich 1941) 

Ahora, ay ahora, por esta tierra parda.


Ahora, ay ahora, por esta tierra parda...

Ahora, ay ahora, por esta tierra parda

Donde el amor compuso música tan melodiosa

Los dos deambularemos cogidos de la mano,

Tolerantes en honor de una antigua amistad

Sin afligirnos porque nuestro amor fuera alegre

Y ahora tenga así que terminar.

Un pícaro ataviado de rojo y amarillo

Golpea y golpea un árbol

Y en derredor de nuestra soledad

La brisa silba con jovialidad.

Las hojas... no suspiran lo más mínimo

Cuando el año las arrebata en otoño.


¡Ahora, ay ahora ya no escucharemos más

Ni el villancico ni el rondó!

No obstante nos besaremos, mi amor,

Antes del triste adiós al declinar el día.

No te aflijas, corazón, por nada...

El año, el año ya se acaba.

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Juan Ramón Jiménez 

(Moguer 1881-San Juan 1958)

Poema de Navidad

Jesús, el dulce, viene…

Las noches huelen a romero…

¡Oh, qué pureza tiene

la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,

tienden la luz de sus cristales

insomnes en la sombra dura y fría…

Mas la celeste melodía

suena fuera…

Celeste primavera

que la nieve, al pasar, blanda, deshace,

y deja atrás eterna calma…

¡Señor del cielo, nace

esta vez en mi alma!

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Rafael Alberti

(Puerto de Santa María 1902-Puerto de Santa María 1999)

Navidad

 I

—Un portal.

—No lo tenemos.

—Por una noche.

—¿Quién eres?

—La Virgen.

—¿La Virgen tú,

tan cubierta de nieve?

—Sí. 

II 

La mejor casa, Señora,

la mejor,

si sois la Madre de Dios.

Que tenga la mejor cama,

Señora,

la mejor,

si sois la Madre de Dios.

¡Abran los portales, abran!

¡Pronto,

por favor,

que está la Madre de Dios!

III 

—¡Sin dinero, Buen Amor!

¡Y tu padre carpintero!

¿Cómo vivir sin dinero?

—¡Vendedor,

que se muere mi alba en flor!

¡Sin pañales mi lucero!

¡Y sin manta abrigadora,

temblando tu Buen Amor!

¡Vendedora,

que se muere mi alba en flor!

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Octavio Paz

(Ciudad de México 1914-Ciudad de México 1998)

Primero de enero

Las puertas del año se abren,

como las del lenguaje,

hacia lo desconocido.

Anoche me dijiste:

mañana

habrá que trazar unos signos,

dibujar un paisaje, tejer una trama

sobre la doble página

del papel y del día.

Mañana habrá que inventar,

de nuevo,

la realidad de este mundo.


Ya tarde abrí los ojos.

Por el segundo de un segundo

sentí lo que el azteca,

acechando

desde el peñón del promontorio,

por las rendijas de los horizontes,

el incierto regreso del tiempo.


No, el año había regresado.

Llenaba todo el cuarto

y casi lo palpaban mis miradas.

El tiempo, sin nuestra ayuda,

había puesto,

en un orden idéntico al de ayer,

casas en la calle vacía,

nieve sobre las casas,

silencio sobre la nieve.


Tú estabas a mi lado,

aún dormida.

El día te había inventado

pero tú no aceptabas todavía

tu invención en este día.

Quizá tampoco la mía.

Tú estabas en otro día.


Estabas a mi lado

y yo te veía, como nieve,

dormida entre las apariencias.

El tiempo sin nuestra ayuda,

inventa casas, calles, árboles,

mujeres dormidas.


Cuando abras los ojos

caminaremos, de nuevo,

entre las horas y sus invenciones

y al demorarnos en las apariencias

daremos fe del tiempo y sus conjugaciones.

Abriremos las puertas de este día,

entraremos en lo desconocido.

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Jorge Luís Borges

(Buenos Aires 1899-Ginebra 1986)

Final del Año

Ni el pormenor simbólico

de reemplazar un tres por un dos

ni esa metáfora baldía

que convoca un lapso que muere y otro que surge

ni el cumplimiento de un proceso astronómico

aturden y socavan

la altiplanicie de esta noche

y nos obligan a esperar

las doce irreparables campanadas.


La causa verdadera

es la sospecha general y borrosa

del enigma del Tiempo;

es el asombro ante el milagro

de que a despecho de infinitos azares,

de que a despecho de que somos

las gotas del río de Heráclito,

perdure algo en nosotros:

inmóvil.

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Gabriela Mistral

(Vicuña 1889-Nueva York 1957)

Romance de Nochebuena

Vamos a buscar

dónde nació el Niño:

nació en todo el mundo,

ciudades, caminos…


Tal vez caminando

lo hallemos dormido

en la era más alta

debajo del trigo…


O está en estas horas

llorando caidito

en la mancha espesa

de un montón de lirios.


A Belén nos vamos.

Jesús no ha querido

estar derramado

por campo y caminos.


Su madre es María,

pero ha consentido

que esta noche todos

le mezan al Niño.


Lo tiene Lucía,

lo mece Francisco

y mama en el pecho

de Juana, suavísimo.


Vamos a buscarlo

por estos caminos.

¡Todos en pastores

somos convertidos!


Gritando la nueva

los cerros subimos

¡y vivo parece

de gente el camino!


Jesús ha llegado

y todos dormimos

esta noche sobre

su pecho ceñidos.

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Virgilio Piñera

(Cárdenas 1912-La Habana 1979)

Pequeño poema de navidad

¿Naciste ya, Señor?

¿O esperas la señal

del dolor para venir al mundo?

Tu cuerpo, sin mundo todavía,

¿se estremece y se dobla como el dolor del hombre?


¿Naciste ya, Señor?

¿Eres humano y triste?


Tú, Señor, jadeante y perruno

chocas las paredes

del templo de tu padre.

Y tú, Señor, también

a tu padre le pides

la venida a la tierra de un salvador del mundo.

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Fina García Marruz

(La Habana 1923-La Habana 2022)

Nacimiento

¡Oh pardos tonos de tu mansedumbre,

árboles pardos en la tarde parda,

echando al alma quieta las vislumbres

de un sacro umbral de oro y esmeralda!


¡Sombra de Dios; color de lo que tarda,

qué familia convocas con tu lumbre

que en torno a tu pesebre se levantan

árboles como lentas certidumbres!


Sombra de Dios, color de lo que pesa.

Como un pueblo de oro se despierta

de una cítara, siento tu pobreza


sobre los bueyes pardos, sobre el día,

tan bella, que allí quiero quedar muerta,

pues tu sombra es, mi Dios, ya la Alegría.

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Ángel Gaztelu

(Puente de la Reina 1914-Miami 2003)

De cómo el silencio fue sonoro la noche del nacimiento

Era el silencio por la noche plena

al filo del feliz alumbramiento,

como rabel que de afinado suena

al menor y sutil tacto del viento.


Velaba su Rocío la Azucena

pesando en su cogollo el firmamento;

y a su peso la nieve, ya serena,

doblaba su candor y cielo atento.


Destellando extremadamente bella,

asombrando la esfera en manso vuelo

caía al suelo la mejor estrella.


Resuelto en lenguas de alta plata el hielo,

era rabel de amor por la Doncella,

que adormecía en su regazo cielo.

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Sylvia Plath

(Boston 1932-Londres 1963)

Año nuevo en Dartmoor

En esto consiste la novedad: cada pequeño y ordinario

obstáculo envuelto en cristal, extraño,

centelleando y tintineando con falsete de santo. Pero tú

no sabes cómo interpretar este repentino terreno resbaladizo,

esta pendiente ciega, blanca, espantosa, inaccesible.

No hay manera de aprehenderlo con las palabras que conoces.

De levantarse ni en elefante, ni sobre ruedas, ni a pie.

Sólo hemos venido a mirar. Tú eres aún muy nueva

como para querer el mundo en un sombrero de cristal.

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Reina María Rodríguez

(La Habana 1952)

Ya es Navidad, ya es Navidad

I

Venden una guirnalda

que no ilumina nada,

y suenan tiros con fulminante

mojado:

súbita muerte en la colina.

Soy la leona que custodia

otro árbol podado.

Aquel era para Navidad,

pero alguien sin querer lo cortó

en anticipo.

No habrá confetis

sobre nuestras cabezas,

querido Denys F.H:

rondando la hojarasca

ramas partidas,

fantasmas,

y alborozo mezquino

es lo que habrá quedado.

¿Y cómo hacer para soportar

el invierno?

¿Y cómo rugir como leona?

Se soporta y se sigue, lo sé.

II

Pongo el disco rojo

en el viejo Motorola portátil,

y los animales se aparean

frente al dios elefante.

Hemos construido esta granja

con anaqueles frágiles

donde cada travesaño finge

venirse abajo,

y sale del humo el fracaso,

la desesperación.

Tuve un amigo que perdió

a su contadora de cuentos,

donde había una tumba

custodiada por leopardos.

Tuve un amigo en la colina que se divisa

desde todas partes.

Vendrá esta vulgar Navidad,

y luego, otra,

pero ya no habrá nadie esperando

su canto bajo el árbol.

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Raúl Herrera

(Remedios 1952)

El cerdo de fin de año 

El animal está huraño 

con él no va a haber quien cene

pues con el precio que tiene

a la gente le hace daño.

Yo veré este fin de año

a qué plato fuerte muerdo.

Y conociendo que el cerdo

es un sueño muy remoto

le voy a hacer una foto

para tener un recuerdo.

Nunca más intentaré

comerlo, porque un pernil

está costando tres mil

o cuatro mil cup.

El que millonario esté

y vaya a comprarlo entero

puede con ese dinero

que va en el cerdo a gastarse

con su familia pasarse

dos meses en un crucero.

Con la cruda realidad

de este problema me asusto

porque causará un disgusto

su ausencia en la Navidad.

Y ante la dificultad

de acceder a carne y grasa

quien no lo cría en su casa

en un cepo de cabillas

más nunca come costillas

ni un chicharrón ni una masa.

Pero no me vuelvo loco 

aunque sé que el 31

no voy a comer ninguno

ni el 24 tampoco.

Ese animal ni lo evoco

es una carne caduca

y en unión a mi viejuca

cuando llegue el año nuevo

le meto el cuchillo a un huevo

y me lo como con yuca.

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Luis García Montero

(Granada 1958)

En cualquier invierno se esconde un calor hecho a nuestra medida

Ya no nieva. La noche 

descansa en la blancura de unas sábanas 

con forma de ciudad. 

Detrás de la ventana no estoy solo. 

Tengo algunos tejados, esquinas luminosas, 

y pasan caminantes 

con prisa y muchas bolsas de regalo 

en busca de una cena familiar. 


A la luz de la noche 

parpadea la nieve. Parpadea 

la pantalla del móvil. Feliz año, 

que tus sueños se cumplan, 

justicia para el mundo

la dirección del banco saluda a sus clientes... 

Parpadean mensajes y navegan 

con sus breves deseos 

en esta religión de la distancia. 


Que se acabe la crisis, 

república, salud y el amor de los tuyos, 

mañana no será lo que Dios quiera, 

este año es el nuestro y es valiente, 

atreverse a nacer con la que está cayendo, 

hoy me acuerdo de ti. 


Parpadea la vida, los años parpadean, 

las historias, papeles en el viento, 

desarraigados árboles que pasan 

en el viento que pasa

como pasan las hojas y la nieve. 


El náufrago perdido en una isla 

procura dar señales con el humo 

de una hoguera, o arroja 

una botella al mar. 

En medio de la nada, 

mientras las olas llegan como números a una orilla electrónica, 

también me acerco al mar y envío mis mensajes. 


Con la barba crecida 

y la camisa rota, 

descalzo por la arena de una isla, 

súbdito de mi caza, de mi pesca y mi red, 

nada digo a los otros 

si no es que estoy aquí, 

que sigo naufragado en un lugar del mundo

y que marco los días 

en el tronco de un árbol, 

para que no se olviden, 

desarraigados días que pasan con el viento, 

con el viento que insiste y que murmura 

deberías hablar, 

deberíais hablar 

porque en cualquier invierno 

hay un calor decente 

hecho a vuestra medida.

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Arístides Vega Chapú

(Santa Clara 1962) 

Navidad

He visto un árbol tan iluminado

que sobre el se estacionó un cielo

pleno de estrellas.

No tuve dudas, bajo su sombra,

encontrar un pesebre,

sin niño aún,

contemplado por pastores,

frágiles animales de yeso.

He visto la nieve de algodón

atravesar la bruma,

levedad con que el carbón extrae los olores

de las carnes doradas.

La mesa servida espléndidamente

y la familia degustando de las doce uvas

apenas escucharon doce campanadas.

He visto regalos y el humo llevar al cielo

el suculento olor del asado.

Es navidad, he escuchado al roce de las copas

con vinos que añejaron al paso de varios años.

Es navidad y se besan

como si el niño que ahora colocan en el pesebre

fuera de todos.

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Antonio José Ponte

(Matanzas 1964)

En diciembre, viendo volar

En diciembre, viendo volar los fuegos de artificio

pienso en el tiempo.

Un año no comienza en esta noche

hecha para que algunos se abracen y rían,

sino en la calma mañana de mi cumpleaños.


Esta noche tan clara para los augurios

no cambiará mi suerte.

Puedo olvidarme de tocar madera,

hasta volcar la sal podría,

no cambiará mi suerte para nada.


¿Qué nos hace creer que en diciembre

termina una suerte y empieza otra?

¿Y para qué brindamos

deseándonos nuevos destinos?

Amarga es la madera de mi ventana

y pongo allí la frente.


Quiero que pase el tiempo como en las películas.

Ya dije amor y me he quedado solo,

he dicho tiempo

seguro de que todo lo arrastraba.


Voy a seguir contando las cosas que no fueron,

lo que se echó a perder por algunas palabras,

el dolor que nos dejan las despedidas.

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Juan Carlos Recio

(Camajuaní 1968)

Esta es tu firmeza

A veces todos nuestros pensamientos se desconocen

                                                  Led Zeppelin 

Pude ser drogadicto o carnicero

trabajar para la mafia 

cometí el error de ser cínico 

con la verdad depositarla 

sobre la caja fuerte de mis huesos;

no regalo elogios ni cobro por alhajas 

si digo como pienso 

ya vendrá el que mancille 

con los mangos bajos 

sobre la rama que no es dorada 

a que intente o lo deje 

 moderarme a sus niveles.

Una vez me quité los audífonos 

Zeppelin se rajaba en su voz

y no hubo buenos términos 

nadie perdona que lo ignoren 

ni siquiera quien ha jurado 

el amor eterno sin venganzas.


Pude escoger el silencio 

 el de los otros es tan ruidoso

que no me dan las ganas de callar 

tengo mis pies en el tren que marcha

mi vida es un andén 

por donde no pasa el viaje de tu vida

y cuando sales no hay retorno.


Dicen que el karma de estos tiempos 

ya no se disfraza ni en navidad

y que a tu lado se sienta 

lo mismo el pordiosero que el maquinista 

me interesa saber adónde voy

la persona sentada próxima 

no sé si saltará por la ventana 

lo he hecho toda mi vida como práctica 

algunas veces fui 

el que se puso la soga al cuello

otras me aseguré de no fallar 

he viajado con otras pestilencias

de la que emana de los cobardes 

ellos solo pasan el riel sin equilibrio.


Sabes, no seré hechizado 

por la navaja de una nación 

que prefirió la muerte que al árbol de la vida

y nunca ha adornado una casa

con las luces que a lo lejos 

se van quedando sin un horizonte fijo

mientras el humo de los huesos 

son panteones de hongos 

por alguna mente perversa 

ni carne que puedan devorar 

esos tigres de tela 

que se arrancan sus pañuelos 

a cada quien no le dan ya una despedida 

y los finales de año no celebran 

ni un carnaval o un nacimiento.

De hecho, a ti los senos te cuelgan

como en un andén donde ya no es por etapas

ni esperan otra estación que los cultiva. 


Cuando me toque hundir el cuchillo

lo que traspase no será fantasma 

nunca alzo el blanco de los ojos 

miro de frente sin adornar una promesa 

y no me gusta llorar 

cuando estás al alcance del tiro al blanco. 

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Yanetsy Pino Reina

(Sancti Spíritus 1977)

Nacimiento

El año viejo abraza al nuevo 

y su sombra retorcida toca a la puerta.

Los goznes y la madera quejumbrosa chillan. 

Algo les hace temblar.

Una mueca de angustia abre

y del otro lado un gato muerto

se levanta

va hacia el árbol prohibido.

La sombra lo acaricia y toma una manzana.

Ve cómo brillan los ojos del gato

y muerde el fruto.

El árbol prohibido se ilumina.

La sombra y el gato se desvanecen.

El año nuevo sonríe

y de su sombra retorcida

empieza a nacer el mundo.


2 comentarios:

  1. muchas gracias por esta recopilación, compleja y llena de arte

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    1. Gracias a usted por sus palabras. Saludos y feliz año nuevo.

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