miércoles, 24 de enero de 2024

 CANTUS FIRMUS

Tienes que irte lejos

antes que la fronda seque

y el tronco raje como palabra 

hiriente.

Tienes que largarte 

porque es blando el suelo, 

y cuando la noria matutina 

comience a mendigar

el agua sucia,

tu cuerpo se hundirá

por siempre en la miseria.

Han colgado un becerro de oro

en cada puerta.

Han blasfemado el tiempo,

todo el tiempo.

Y la ciudad sin mar,

la isla con la inútil forma de un arado,

ha perdido sus mejores años.

Si una vez el paisaje reflejaba 

amor, 

ahora solo muestra cuán

torpes fuimos dando loas 

a dioses falsos,

recibiendo lecciones de odio 

que nublaron nuestra

visión del todo.

Debes alejarte de ese espacio 

atemporal

donde los oficios de la muerte

posan en sobre un extraño y deforme

lupanar

atiborrado de doctrinas,

enmiendas,

cárceles y espinos.

Si te marchas

llevarás todo contigo.

Te acompañarán tu tibia manta,

tus cartas, las copas manchadas 

por el vino.

Cargarás los salmos de la noche

y el sonido de tu primer hogar.

En tu bolso de viaje llevarás 

los olores de tu mocedad 

y las mil llaves de tu alcoba.

Los recuerdos del hambre 

irán contigo.

Las manos que acariciaste 

mientras el mundo rugía, 

te darán ese calor virtual

que apreciarás mil veces

en la incorporeidad

de tu nuevo laberinto.

Tienes que irte 

antes de que los trastos de tu hogar 

te expulsen

acusándote de torpe.

Y cuando tengas que romper 

las nuevas escudillas contra el piso

sabrás que allá, en tu primer redil,

todo se rompe,

se rompe eternamente,

pues 

cielo y tierra,

el bien y el mal,

son categorías deformes

que han acumulado escombros

en el camino que se retuerce 

entre la bruma de un país

que muere

y tus pies cansados

prestos a seguir andando.



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