lunes, 5 de febrero de 2024

SHOW MUST GO ON.


 Te duele, país,

te duele tanto el fierro en tus entrañas,

el cansancio

en tus músculos terrosos.


 Y te traen, y te llevan al mar,

no al mar de agua salobre

sino al mar de clavos oxidados.


 Alguien grita y te nombra.

Alguien da un pisotón sobre la roca.

¡Voltaren, quién tiene Voltaren!

Necesitamos masajear tus campos,

tus colinas llenas de mosquitos y serpientes.

Apuren el paso,

traigan la crema sanadora,

que la isla dio un traspié en el escenario

y está cansada,

doblegada ante un millón

de espectadores asombrados.


 ¡Voltaren para las calles, para el lago putrefacto!

Y la música se detiene.

Los que miran, callan

rezan, se abrazan, se toman de las manos.


 ¡Qué infeliz, qué tristeza verla así sobre la alfombra roja!

La isla intenta una vez, dos, tres veces

levantarse y salir airosa

colmada de aplausos, 

pero está cansada, con sed, con hambre

y miedo.

Voltaren... necesitamos recuperar sus plazas

y edificios destrozados,

para aliviar al niño que va solo al aula 

(dígase la soledad infierno)

a la madre, al tunante

al policía que no sabe qué es el Voltaren.

(crema para eliminar la tristeza de la carne)


 Los tutoriales caen sobre el tabloncillo,

enviados por los jueces

que devoran animales antiguos en el palco,

pero la isla no los ve

ni quiere leer la letra vana.


 El portón lleva a una luz afuera, muy lejos,

y las miles de almas congregadas

apuntan al azul.


 Pobre ínsula.

Ha perdido la dureza de sus piernas.

Silencio.

Hay una bombilla parpadeando

y un fontanero con sus rayadas manos

aparece descalzo en el teatro.


La isla sabe amar la mansedumbre.

Los que han pagado el show

debe saber que no siempre

los finales son piadosos.


 —¿Cómo he llegado hasta aquí?

murmura tirada sobre el manto.

Todos saben

pero no quieren que la luz se enfoque sobre sus cuerpos,

porque las siluetas en la pared del fondo

aterrorizan.


Y la función se alarga ante el público mudo...

El fontanero sube al proscenio

—He vendido mis herrajes, los gladiolos y las rosas.

Voy a comprar Voltaren, agua pura,

un buen manto lleno de flores y crustáceos.

Te daré un buen masaje,

y después

nos tomaremos una taza de café.




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