sábado, 9 de marzo de 2024

El régimen cubano investiga por "graves errores" al ministro de economía recién destituido Alejandro Gil Fernández.

Lo sabíamos, desde siempre tuvimos la certeza, y los más tímidos, aquellos que nunca se atrevieron a alzar la mirada, lo intuían; pero los criterios sobre los pejes gordos salen caros, y es mejor hacer comentarios de pasillo, con los ojos asustados y hablando bajito para que los chivatos no informen sobre la falta de respeto que se comente al dañar la imagen de un alto dirigente "dedicado en cuerpo y alma a salvar la economía del país".

Siempre hemos conocido de la aberración del poder absoluto, donde un animal de carga no puede ni debe emitir criterios "erróneos" sobre los dirigentes de la revolución.

La historia se ha repetido tantas veces, que la cueva de Platón, donde sólo vemos imágenes distorsionadas, se ha convertido en nuestro modo de vida.

Pero muchos seguíamos empecinados en querer ver la verdad, y los hilos estratégicos de un sistema que nos imposibilita divisar la realidad, nos lleva a la única gaveta abierta para nosotros, donde hay dos opciones: intuir que la mafia es parte del poder, y optar por aplaudir con vehemencia el descalabro, o caer en el jamo, acusados de profanar a los altos dirigentes de una revolución triunfante.

Hay de todo en Cuba. Muchos --quizás menos a partir de hoy-- todavía aplaudirán y darán loas a este engendro, asegurando que a partir de ahora las cosas funcionarán como es debido. Otros seguiremos observando la debacle, sabiendo que nuestra historia en las últimas seis décadas está plagada de estos "explotes" a veces masivos. La lista de reventados es larguísima, y temo dejar fuera a muchos nombres cardinales en estos blanqueos típicos en la política cubana.

Desde Manuel Urrutia, en los comienzos de esta saga, hasta hoy, con Alejandro Gil, son más de cincuenta personajes de primer nivel que desaparecieron del panorama público, acusados de traición, malversación etc. etc.

Hay una leyenda oral que cuenta sobre un programa especial para estos funcionarios de gama alta, y le llaman Plan Pijama. Yo no sé si es verdad,  pero entiendo que es una falta de respeto al pueblo, si es que existe. Como quiera que sea, de ser cierto, la escasez de tela en la isla se debe a la cantidad de pijamas en uso por dirigentes partidistas que alguna vez molestaron y/o armaron cabeza de playa. Todos deben ser ricos con cuentas fantasmas en el fin del mundo, y sus días serán placenteros, con alimentos de alta cocina y el disfrute de un día soleado con el buen café y un puro. Son ideas que me invento, pues el gobierno nunca ha informado si el Plan Pijama es cierto.

Toda la corrupción en el alto mando la sabíamos, pero no podíamos decirlo porque es pecado mortal herir la sensibilidad  de una revolución que "avanza" aunque le duela a muchos.

Hoy me he levantado con las redes al rojo vivo, y cuando leí la nota oficial, solo atiné a sonreír amargamente.

Veamos: 

El tipo, Gil, según dice la declaración oficial, ha confesado su culpabilidad en hechos, supuestamente de malversación y corrupción, renunciando, incluso, a su condición de miembro del Comité Central del Partido y de Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Vaya notición, como si el pueblo  no lo supiera. 

Desde hace un buen tiempo economistas con visión, han estado alertando cosas, pero claro, lo repetiré hasta el cansancio: Las vacas sagradas son intocables por el pueblo, y solo cuando no conviene, sabe Dios por qué,  es que de "arriba" dan la orden, y la cabeza rueda por la escalera de hormigón. 

Todo esto del caso Gil, es solamente lo que vemos del iceberg, debajo cargamos con el empecinamiento ideológico, el odio al que piensa diferente, la persecución, los actos de repudio, la prisión por causas políticas, el destierro de cubanos porque no gusta a la oficialidad su forma de pensar, los que están varados fuera del país y que el gobierno no los deja entrar a su patria, los artistas presos solamente por usar la bandera como elemento estético, el miedo a hablar porque nos pueden tronar en el trabajo. En fin, la corrupción tiene muchas formas de manifestarse, y Gil, desde su trono, sirvió de látigo para subyugar al pueblo. Cuando la corrupción baja hasta las masas de a pie, y sufre prisión y segregación aquel que piensa diferente, qué podremos esperar de arriba, donde el accionar no responde a nada ni a nadie.

Parece que  no sabían lo que estaba haciendo el Gil...¿En serio? 

En un país donde la Seguridad  del Estado le sabe la vida al carpintero del barrio, es incomprensible que un ministro de economía y finanzas pueda hacer y deshacer a su antojo.

Pero eso no me importa ahora, ni siquiera saber qué le espera al Gil. Prefiero centrarme en otra cosa:

El estallido social del 11 de julio del año 2021 sucedió cuando el país entraba en el colapso. El pueblo salió a las calles pidiendo libertad, con hambre y desesperación. 

Si Alejandro Gil es culpable (no el único) del caos que impera en el país, entonces los mil y tantos presos políticos que habitan las cárceles cubanas, son inocentes.

Si el gobierno de Diaz-Canel quiere comenzar a hacer limpieza moral, deberá mover mucha tierra para poder lucir bien, si es que puede y tiene valor de hacerlo.

La  nota oficial publicada en el diario Granma, termina diciendo:

"Como es de esperar, el enemigo desatará una nueva campaña propagandística contra Cuba, pero nuestro pueblo, como nos tiene acostumbrado, se mantendrá firme al lado de su Partido y Gobierno, fieles al legado del Comandante en Jefe y a las enseñanzas del General de Ejército Raúl Castro Ruz".

Es necesario aclarar que cuando dice "el enemigo", se refiere directamente a cubanos que están en desacuerdo con el sistema, y cuando dice "nuestro pueblo", cita a aquellos que han dado porrazos en los actos de repudio y en los estallidos sociales, aquellos que están allí donde les cae una migaja del gobierno, o los que, aterrorizados, hacen cualquier cosa para sobrevivir.

¿Qué esperan de la gente, que aplaudan por el linchamiento de un pez gordo, creyendo que a partir de ahora todo va a ir de maravillas?

Cuba tiene que ser otra. Cuba es un país hermoso, lleno de gente buena que desea trabajar en pos de su felicidad.

Si el gobierno cubano puede sacar alguna lección de este nuevo escándalo, debería hacer algo útil:

-- Amnistía para todos los presos políticos antes del supuesto juicio a Alejandro Gil.

--Aceptar que en Cuba hay miles de personas que piensan diferente políticamente, y darles oportunidad de expresar su opinión.

--Cese del acoso a ciudadanos que alcen su voz en contra de la injusticia y en contra del estado.

--Derecho pleno a la manifestación popular en contra de cualquier cosa.

--Convocar al pueblo para una Asamblea Constituyente y refundar la nación entre todos, sin el control del PCC.

--Aprobar y aceptar el periodismo independiente.

--Abrir la economía, de manera que es estado no intervenga absolutamente en nada, y solo reciba el pago de impuestos establecidos.

--Voluntad de propiciar la oposición en el parlamento.

--Convocar a elecciones libres sin el control del PCC.

Cuando esto suceda, entonces Cuba podrá caminar decentemente, y los tipos como Gil tendrán que informar al pueblo todos sus actos. 

En la Cuba futura posiblemente aparezcan otros Giles, pero el pueblo sabrá y podrá salir a la calle en multitudinaria manifestación, en protesta por semejante delincuente.

Hoy es en Día Internacional de la Mujer, y me da vergüenza poner una felicitación en las redes sociales, porque Cuba, ahora mismo, es un infierno para las mujeres, jóvenes y madres.

Cuba, definitivamente, tiene que ser otra.

Arrivederci,  Gil.

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